Ya comenté acerca de temas generales del viaje y de la moto, también de las visitas a pueblos y alrededores e incluso de la visita a dos de las ciudades incluidas en el recorrido (N.Y y Boston) pero faltan otras 2 que merecen también un comentario, Washington y Filadelfia.
En muchas ocasiones es superfluo comentar acerca de ciudades de los EE.UU, porque aunque uno no haya estado nunca en ellas, seguramente conoce más detalles y lugares de ellas que de ciudades cercanas a su lugar de residencia. De eso se han encargado en gran medida la televisión, el cine y la difusión de los sucesos que ocurren en esas ciudades, os pongo un ejemplo muy personal.
El primer acontecimiento de mi vida que yo recuerdo, y que tuvo cierta trascendencia, así como el nombre de su protagonista y de la ciudad estadounidense dónde ocurrió, fue el asesinato de J. F. Kennedy (XI-1960). Por entonces yo tenía unos 3 años y medio, y en aquellos días ya me enteré que en un país (lógicamente no sabía si grande o pequeño, si cercano o lejano, seguramente ni supiera qué era un país) existía una ciudad llamada Dallas y que en ella habían matado a alguien muy importante llamado Kennedy. Todos esos datos los suponía importantes a juzgar por cómo oía a mis padres, amigos de mis padres, a mis hermanos, a clientes del taller…Hablar de ese tema durante unos días y a todas horas. Aquello se quedó grabado en mi memoria de tal modo que no encuentro en ella recuerdos anteriores, y si los tuve, a diferencia de éste, ya los olvidé. Para mis amigos de entonces, década de los 60, las cosas alucinantes que nos llegaban de los EE.UU acerca de su estilo de vida, de sus vehículos, sus inventos…Hacían que dudáramos hasta de que aquel país estuviera en este mismo planeta, por eso entonces (en la infancia) jamás imaginé, no ya que un día pisaría el mismo punto en el que dispararon a Kennedy, sino tan siquiera que un día viajaría por los EE.UU. Así que cuando en nuestro segundo viaje, en el 2017, visité Dallas, entré al museo montado en el edificio desde el que se supone se realizaron los disparos y después pisé la marca que hay en el asfalto de la calle Dealey, por la que iba la comitiva del presidente, mi memoria no pudo por menos que retroceder a mis 3 años y medio.

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Perdón por el momento nostalgia que os me metido, pero viene bien para poner en contexto la visita a Washington.
Nuestra llegada a la capital de los EE.UU fue en una soleada y calurosa mañana de domingo. Habíamos pasado el sábado en una pequeña ciudad, o un pueblo grande, de Pensilvania llamada Harrisburg, que aparte de su imponente capitolio y la anchura de su río, el Susquehanna, para nosotros no tuvo mayor interés.

El viaje hasta Washington fue de unos 200 kilómetros la mayoría por carreteras secundarias, hasta que ya fue inevitable tomar una interestatal y allí empezó la “animación”. No sé porqué extraña razón parecía que todo el mundo había tenido la misma idea que nosotros, visitar o regresar a la capital aquel domingo. Debido a las continuas retenciones, tardamos unas 2 horas en recorrer los últimos 50 kilómetros, y a la Harley no le gustaba eso de frenar, detenerse, volver a arrancar y a los pocos metros repetir la misma operación. A mí tampoco me gustaba. Pero por fin llegamos al hotel que había reservado esa mañana antes de partir, el Intercontinental IHG. En el sótano del hotel hay un gran parking público, afortunadamente el hotel tiene un convenio y así el precio por las 24 h de estancia del vehículo es de “sólo” 63 dólares. Pero incluso con esto, te daré una recomendación, si puedes alójate en algún hotel de los que se encuentran donde nosotros nos alojamos, a orillas del río Potomac, en la parte sur de la ciudad llamada The Wharf. Lo imprescindible de ver en la capital, y que te parecerá familiar por haberlo visto miles de veces en las noticias y en el cine, está lo suficientemente cercano a esta zona como para visitarlo caminando. No te daré falsas expectativas, el recorrido total caminando estará cercano a los 15 kilómetros o quizás más. Nosotros lo hicimos entre una tarde y parte de la mañana del día siguiente.

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Decía al principio que todos estos lugares, ubicados a lo largo de lo que se conoce como “National Mall”, te van a resultar familiares, y lo vas a comprobar tan solo eches un vistazo a las fotos…
El que se ve desde cualquier lugar es el obelisco levantado en honor del primer presidente de los EE.UU, George Washington. Está rodeado por 50 banderas de las barras y estrellas formando un círculo perfecto, cada una representa a un estado de la nación. Hablando de banderas, no sé cómo lo hacen, bueno sí, sustituyéndolas antes de que se deterioren, que siempre que ves una bandera, bien en casas particulares o bien en edificios públicos, siempre están impolutas y colocadas perfectamente.

Y desde el obelisco, en dirección oeste vas a llegar al lago Tidal Basin, con monumentos a diferentes personalidades, Jefferson¡, Roosevelt y de nuevo una referencia a cada estado de la unión en forma de monolito con su nombre. Y seguimos caminando, aunque la tarde está agradable, debido al paseo comienza a hacer más calor del esperado…

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Llegamos a la Reflecting Pool y de nuevo pensarás “esto también lo conozco”. ¿Recuerdas la película Forrest Gump? Aquí sucede la escena en que su novia y él se meten en el agua para encontrarse y abrazarse. También puede ser que venga a tu memoria (dependerá de los año s que tengas) el discurso de Martin Luther King en favor de la convivencia pacífica entre negros y blancos, que en 1963 pronunció ante más de 200.000 personas y que tituló con el célebre “I have a dream”. Dicen que es el mejor discurso pronunciado en el siglo XX…O en toda la historia, aunque ya sabemos, así son estos estadounidenses…

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Y para terminar la caminata a lo largo de la R. Pool, al final de las escaleras verás la entrada a otro conocido monumento, levantado en honor de Abraham Lincoln. Ahora espera tu turno y estarás ante la famosa estatua que también conoces por el cine y hasta de los Simpson, cuando Lisa visita la capital y el espíritu del propio Lincoln la da una buena charla acerca de la ética política. Para los estadounidenses su visita debe ser como algo casi imprescindible en la vida, pero aparte de ellos allí congregados delante de la estatua, había cientos de personas que, a juzgar por sus rasgos y los idiomas que hablaban, procedían de muchos lugares del mundo. Asiáticos, hispanos, africanos…y dos de Alba de Tormes, que esperamos nuestro turno para hacernos la foto delante de Lincoln. No sé muy bien porqué lo hicimos, seguramente porque no esperamos más de 3 ó 4 minutos y por eso que se dice a veces en algunos lugares “ya que estamos aquí, hazme una foto…”

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Hacemos un descanso tumbados en el cuidado césped que rodea toda la zona, y luego vamos a por el último edificio de la tarde. Se trata de otro lugar que llevas viendo desde que tienes uso de razón, o antes. Las decisiones que toma quien allí habita en ese momento, afectan tanto al jubilado de un pueblo perdido en las llanuras del medio oeste, como al brooker de la zona financiera de Nueva York, pero no sólo a ellos, esa decisiones también pueden cambiar en cierta medida la vida del arrocero de Vietnam, del obrero de un factoría china, del gaucho de la pampas argentinas, al jamonero de Guijuelo, al catedrático de cualquier universidad europea, al ama de casa sudafricana, y por supuesto a ti y a mí…En definitiva a todo el mundo. Y ya sabes a qué edificio me estoy refiriendo, a la Casa Blanca y a su inquilino, el presidente de los EE.UU.

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Desandar el largo camino para regresar al hotel, llevó a que el sol ya se escondiera y entre luces pudimos ver el monumento a otro de los presidentes más representativos de los EE.UU , el templete levantado en honor de Thomas Jefferson.

Y al terminar el día aprecias aún más la ubicación del hotel. La zona está llena de restaurantes, más formales y más informales, bares, heladerías y se ve bonita la bahía con sus lucecitas encendidas.

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La mañana siguiente se presentó fea, el cielo cubierto, viento del norte y hasta frío, especialmente si comparamos con los 28 grados del día anterior. Había prisa, queríamos estar a comer en Lancaster, así que temprano salimos para ver el Capitolio, en la parte opuesta (en el este) del National Mall que habíamos visitado en la tarde de ayer. El capitolio es otro edificio bien conocido por aparecer tantas veces en las noticias, especialmente el día 6 de enero de 2021. Ese día miles de personas, votantes de Donald Trump, protagonizaron un hecho insólito en la historia de los EE.UU, el asalto, y prácticamente la toma, de este edificio (algo así como nuestros congreso) para protestar por el resultado de las últimas elecciones, que dieron ganador a Biden frente a Trump, e intentar que fueran anuladas.

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No he comentado que a lo largo de la avenida que forma el National mall, hay varios museos. A unos les parecerá más interesante el de Historia Estadounidense, a otros la Galería Nacional de Arte, a otros el museo de los Indios Americanos, el de Historia Natural, el de Arte Africano, e incluso, y me parece muy bien, ninguno de ellos, pero como esto lo escribo tanto para unos como para otros, os adjunto un dato importante (o que a mí me lo pareció), todos son de pago. ¿Todos?, no, hay uno gratuito y que para la mayoría de los mortales (también lo anoto porque a mí me lo pareció) pueda resultar más interesante que los anteriores. Te aviso, sí, es gratuito, pero previamente debes hacer tu inscripción on-line y hacerla con tiempo (48 ó 24 horas antes mínimo) ya que las plazas para cada turno de visitas están muy solicitadas. Hablo del museo Nacional del Aire y del Espacio, grande, muy grande, y es para pasarse las horas recorriéndolo, yo no tenía ese tiempo, así que tuve que hacer una visita express. En su interior se encuentran, entre otros muchos aparatos, el aparato con el que los hermanos Wright hicieron el primer vuelo, el Espíritu de San Luis con el Lindbergh cruzó por vez primera el Atlántico, el Enola Gay tristemente famoso por arrojar la primera bomba nuclear, un Concorde, el módulo del Apolo XI que pisó la superficie lunar…Y más, y más, ah y prácticamente todos son los originales, no son réplicas.
Y de aquí nos marchamos a Lancaster y los Amish, pero como de eso ya escribí, el próximo día llegaremos directamente a Filadelfia.
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