En el año 2004 realizamos nuestro primer recorrido por los Estados Unidos. Durante el mismo viajamos por varios estados de la zona suroeste. En este enlace está la crónica de entonces.
ttp://www.elmundoenmoto.net/2010/02/10/estados-unidos-2004/
Fue un gran viaje del que regresamos con la idea de volver algún día. Han tenido que pasar bastantes años, pero en abril de 2017 de nuevo hemos recorrido uno de los países más indicados para hacerlo en moto. Muchas y muy buenas carreteras, infraestructuras en condiciones, y además siempre tienes cerca una gasolinera, un motel y un lugar donde poder comer. Aunque los precios siempre varían conforme a que el dólar suba o baje respecto al euro, los principales gastos diarios, como son la comida y el alojamiento, gracias a la existencia de tanta y variada oferta, siempre es posible encontrar lo que mejor se adapta a cada presupuesto para que en comparación con el nuestro y en general, los EE.UU no resulte un país caro. Y respecto al otro gasto imprescindible, la gasolina, el precio por litro estaba en abril de 2017 a unos 0´65 euros.
Había buenos motivos para realizar este viaje. El primero celebrar que llevamos 30 años viajando en moto por todo el mundo, desde que en 1987 hicimos aquel primer viaje fuera de la península, concretamente a Marruecos. El segundo, por supuesto, volver a los EE.UU, y quedaba una tercera razón, que en definitiva fue la que nos llevó a escoger este destino. Queríamos ver actuar en directo a Los Tigres del Norte. ¿Qué quienes son?. Es la banda de música norteña (género llamado así por haber nacido en el norte de México) más famosa y popular. Aunque procedentes de Sinaloa (Mx), desde hace años tienen fijada su residencia en California, y sus actuaciones se desarrollan tanto en la mayoría de los países de hispano-américa, como en los propios EE.UU. Son reconocidos por haber creado los «narco-corridos», temas que tratan acerca de la problemática del narcotráfico, de los jefes de la droga y de los diversos «asuntos», amores, desamores y traiciones incluidas, que rodean ese mundo. Pero no sólo se limitan a ese tema, sus letras también hacen referencia a la problemática que viven los hispanos que, de forma legal o ilegal, emigran hacia los Estados Unidos, los llamados «espaldas mojadas». Su reconocimiento en toda América les llevó a ganar en 1988 su primer Grammy. Desde entonces han sido galardonados con otros 4 Grammy en la categoría general, más otros 8 en el apartado de música latina.
Primero cuadramos las fechas que teníamos disponibles con uno de los conciertos de Los Tigres del Norte, concretamente con el que darían en Houston (Texas) el domingo 9 de abril. Lo siguiente era reservar una moto y trazar un recorrido que nos permitiera estar el día señalado en la ciudad tejana. El punto marcado de inicio sería Miami (Florida), y Dallas (Texas) el final de nuestro viaje. De este modo conoceríamos una zona y unos estados totalmente diferentes a los visitados anteriormente. ya que en esta ocasión atravesaríamos Florida, Alabama, Mississippi. Louisiana y Texas. Y así podríamos ver algunos cambios producidos en el país. Tanto que eran evidentes hasta en los adhesivos que veíamos en algunos coches. Si en el 2004 predominaban los que eran a favor del ejército y sus acciones en Afganistán, la moda en 2017 eran los que hacían referencia al nuevo presidente…
En total serían cerca de 3.500 km repartidos durante 12 días de moto. Lo que nos permitiría trazar etapas no muy largas e incluso tener algún día libre, repartidos entre Houston, San Antonio y Dallas.
Aunque en los últimos años son muchas las empresas de alquiler de motos que han empezado a operar en los EE.UU, a la hora de tomar una moto en un estado y dejarla en otro, la principal opción sigue siendo Eagle Rider. Debido principalmente a que es la única que tiene delegaciones repartidas por los casi todos los estados, abarcando desde la costa este a la oeste y desde el norte al sur. Con ello puedes trazar un recorrido que partiendo de una ciudad te permita entregar la moto en otra de un estado diferente, lógicamente pagando un suplemento en el alquiler.
Como el anterior viaje lo hicimos en una Harley Electra Glide, para esta ocasión elegimos otra de las motos que pensamos es ideal para viajar por este país, una Honda Goldwing 1800. Intentamos localizar una 700 GS para Conchi, pero no es un tipo de moto habitual para alquilar en los USA, y solamente localizamos una en la delegación de Nueva Orleans, pero no había posibilidad de devolverla en Dallas, así que los 2 a viajar en la Goldwing, que al fin y al cabo no está mal.
Antes de hacernos cargo de la moto disponíamos de un día libre en Miami, que dedicamos a hacer una visita de lo más imprescindible de esta ciudad. La lujosa zona de Miami Beach, el barrio de los expatriados cubanos, conocido como «La pequeña Habana» y la parte de los Everglades situada más cerca de la ciudad. Por esta última es inevitable hacer un recorrido en un hidrodeslizador, que es como se conocen las típicas embarcaciones planas movidas por una hélice situada en la parte trasera a cierta altura. Aunque fuera un recorrido rápido, lo consideramos suficiente para tener una idea general de estos tres lugares tan turísticos de Miami. Interesantes de visitar, y más teniendo que esperar hasta el lunes para a comenzar a viajar con la moto.
El lunes a primera hora recogíamos, en la sede de Eagle Rider situada en Miami Metric, la que sería nuestra compañera los próximos días. El gerente de https://motortech-usa.com nos atendió correcta y amablemente, la moto estaba lista, nos dio los consejos oportunos y nos explicó algo que desconocíamos. En Florida hay varias autopistas de peaje, especialmente por la periferia de Miami y algunas son la forma más rápida para abandonar la ciudad y viajar hasta Daytona. Para usarlas antes debes comprar por Internet un ticket que, por unos 6 dólares diarios, te permite circular por las mismas. En unos pocos minutos la secretaria de Motortech nos hizo ese trámite, mientras nosotros repartíamos nuestro equipaje en las maletas de la moto. La Goldwing estaba equipada con navegador de serie, pero como me había llevado mi habitual Garmin GPX, cargado con el mapa de USA, y al estar más habituado a su uso, preferí conectarle y utilizar el mismo, hasta que pasados unos días me di cuenta de mi error.
Lo bueno que tiene haber hecho muchos viajes con motos diferentes es que uno se acostumbra rápidamente a la moto que sea. Y la Goldwing no fue una excepción. A pesar de su tamaño y peso, y principalmente debido a su bajo centro de gravedad, su manejo es más sencillo de lo que pueda parecer a primera vista, incluido su práctico sistema de marcha atrás. Otra cosa es llegar a familiarizarte con la desmesurada cantidad de botones y mandos que tienes a tu disposición. Un día me pregunté cuántos serían y creo que conté 53 interruptores. Unos para el sistema de la radio, otros para el navegador, para los distintos ajustes de las suspensiones, para la información del ordenador de viaje, mandos de calefacción, sistema de marcha atrás…Todo esto sin contar los de mi propio GPS, vamos, una locura.
En Miami siempre hace calor, y abril no era una excepción. Debido a ello el viaje hasta Daytona, nuestra primer destino, fue con temperaturas cercanas a los 35º. Queríamos llegar pronto, por lo que solamente hicimos una breve parada para comer algo rápido. Además de por su circuito (Speedway) y su clima, Daytona es famosa por su playa, ya que en ella está permitida la circulación de vehículos. Eso sí, con 2 condicionantes. Que no superes las 10 millas/hora (16 km/h) y que además pagues una entrada. Aunque de esto último nos eximió el encargado de la taquilla al explicarle que éramos españoles y que solamente queríamos entrar durante unos minutos para hacer unas fotos y conducir un poco. Aunque al final, a esto de conducir por la playa y más una Goldwing y con esas limitaciones, nosotros no le encontramos nada de especial.
Al día siguiente, cuando ya habíamos dejado el hotel pero todavía no habíamos abandonado la ciudad, el cielo se puso negro como si fuera a anochecer y empezaron a caer unas gruesas gotas de lluvia Rápidamente tuvimos que buscar un refugio y desde el mismo, y durante unas 2 horas, vimos caer una gran tromba de agua. Al final, aunque continuaba lloviendo con mucha intensidad, no tuvimos más remedio que ponernos en la carretera e ir a enlazar con la autopista Interestatal 95 que nos llevaría hasta el desvío hacia el pueblo más antiguo de EE.UU, San Agustín. Durante 1 hora viajamos bajo un gran aguacero. Pensaba que quizás no había sido buena idea, la cortina de agua y el intenso tráfico hacían complicado conducir con una mínima seguridad.
Ni la enorme pantalla de la Godlwing ni el gore-tex evitaron que al llegar a S. Agustín parte de nuestra ropa y nuestras botas estuvieran mojadas. Al menos en el pueblo apareció el sol y aprovechamos para comer y para que se secara nuestra ropa. Todo en el mismo establecimiento…
San Agustín fue fundada en septiembre de 1565 por el asturiano Pedro Menéndez de Avilés. Aunque hubo un asentamiento más antiguo, ya que en 1559 Ponce de León fundó Pensacola, también en Florida, éste último fue arrasado por un ciclón y más tarde asaltado y destruido por los indios. Por ello se considera a San Agustín la ciudad más antigua de los EE.UU, ya que es la única que desde su fundación siempre ha estado habitada.
El castillo de San Marcos y la pequeña parte vieja de la ciudad son los lugares más visitados por los miles de turistas que la recorren cada día, incluido el que llegamos nosotros. El origen y el pasado español está reflejado no sólo en su historia, en la actualidad sigue presente por todas partes, en su callejero, en las banderas que adornan calles y edificios, en el nombre de sus establecimientos…
Cada ciudad o pueblo de los EE.UU presume tener algo que lo diferencie de los demás, y si no se lo inventan. En el caso de S. Agustín esto último no es necesario, además de su título como primera ciudad, también tienen más cosas en exclusiva, como la conservación del edificio al que se considera la escuela más antigua del país.
Subimos dirección norte dejando a un lado la ciudad de Jacksonville y por la Interestatal 10, tomamos dirección este. Esta cruza la totalidad del sur de los EE.UU, desde Jacksonville, en la costa atlántica, hasta finalizar en la ciudad de Los Ángeles, en la costa del Pacífico. La zona por la que circulamos ahora se nos muestra como la típica autopista estadounidense. Trazado recto, un asfalto blanquecino, amplios carriles, subiendo y bajando suaves colinas y con poco tráfico. El entorno ideal para viajar con la Goldwing con total comodidad, mientras por el equipo de música van sonando temas acorde con el momento y el lugar.
Al día siguiente dejamos la Interestatal y por carreteras secundarias llegamos hasta Tallahassee, que aunque no sea la ciudad más nombrada y conocida de Florida, sin embargo es la capital del estado. El recorrido hasta ella nos gusta mucho, las carreteras serpentean a través de zonas de bosques lo que hace que conducir resulte más entretenido que hacerlo por la Interestatal.
Nos desviamos más al sur buscando la «scenic route» nº 30A que discurre pegada a la costa del Golfo de México. Aunque la verdad es que puede que la quede un poco grande el apelativo de «scenic route», ya que uno espera que discurra por paisajes más o menos bonitos, pero la mayor parte de ella atraviesa zonas residenciales de lujo, con casas muy bonitas, pero poco más. El día está nublado y en el momento menos oportuno empieza a caer una fina lluvia. Nos encontramos cerca de Seaside, el pueblo donde se rodó la película el Show de Truman, pero hoy comienzan las vacaciones escolares de Semana Santa y la estrecha carretera está congestionada de vehículos que van a las localidades cercanas, todas plagadas de segundas residencias. Con esta moto es imposible serpentear entre la fila de coches, además ambos carriles están detenidos, no queda más remedio que aguantar bajo la lluvia y muy lentamente ir avanzando hasta llegar al desvío a Seaside. Este pueblo no fue realizado como un falso decorado para la rodar la citada película, estaba ya construido.
Cuando se levantó fue pensado como un oasis de tranquilidad para quienes pudieran pagar el precio de sus casas y además les gustara vivir en un ambiente, para ellos, idílico. La verdad es que el pueblo nos decepciona bastante, aparte de la mañana tristona y lluviosa, el recorrido que hacemos por sus calles impolutas no nos hace sentir esa utópica felicidad que intenta trasmitir. Será que nosotros tenemos otra visión diferente respecto a lo que se entiende por «vivir en una comunidad ideal». Es más, en algún momento me agobia tanta calma, tanta casita, tanto jardincito, tanta calle desierta…ideal para los Ned Flanders. Decidimos que ya está bien la visita, busco la salida a la carretera y nos marchamos de Seaside con una extraña sensación.
Poco a poco el día va aclarando y llegamos hasta Pensacola, ciudad que desde 1698, cuando fue fundada por los españoles, ha estado bajo el dominio de 5 banderas diferentes, la de España, Francia, Gran Bretaña, Los Estados Confederados de América y cuando España da por perdida la Florida, en 1819, y toda ella es vendida a los EE.UU, desde entonces, lógicamente, ondea la bandera de barras y estrellas. Actualmente es una ciudad agradable, con una pequeña zona con edificios de cierta antigüedad, aunque visto desde el prisma estadounidense, es decir todo lo que tiene más de 100 años es considerado una reliquia. Para llegar hasta la ciudad cruzamos un largo puente que a simple vista tiene más de 1 km de longitud. Fue construido para salvar la bahía y evitar un gran rodeo. Al entrar a Pensacola vemos que el nombre de muchas de sus calles hace referencia a ciudades españolas, incluida una con el nombre de nuestra provincia, Salamanca. También alguna placa que recuerda la visita de los reyes de España
Dejamos este estado y entramos a Alabama. Son pocos los kilómetros, o como se mide por acá millas, que recorremos por Alabama, pero suficientes para percatarnos de la diferencia del nivel de vida entre un estado y otro. Todo tiene un aspecto más descuidado, la carretera, los edificios, los indicadores.
Viajamos por la carretera 90 hasta la ciudad de Mobile, a la que llegamos tras atravesar otro largo puente que, como en Pensacola, atraviesa su bahía. Mientras lo cruzamos nos damos cuenta de la obra de ingeniería que debió suponer su construcción, aunque por aquí no deja de ser un puente más. Definitivamente, esta gente sabe mucho acerca de cómo construir grandes puentes.
La ciudad es el único puerto marítimo de Alabama y por ello es muy industrial, y también un importante centro astillero. Aunque el Mardi Gras (la fiesta de carnaval en los EE. UU) más famoso sea el de Nueva Orleans, dónde se celebró por vez primera, y por lo tanto el más antiguo, es el Mardi Gras de Mobile, que data de 1703 cuando la ciudad pertenecía a los franceses. El centro de Mobile está muy tranquilo y hace calor, el termómetro ya marca 28º. Es hora de despojarse de ropa. Aparcamos en la calle principal y damos una vuelta, hay poco que ver y volvemos de nuevo a la carretera.
Descartamos la Interestatal 10 y viajamos por la carretera 90 que, como en otros muchos lugares, aunque tenga el nombre de carretera tiene doble carril por cada sentido. Nuestro destino de hoy es una de esa ciudades que aunque uno no haya estado nunca en ella, conoce muchas cosas acerca de la misma, se trata de Nueva Orleans, ya en el estado de Louisiana. A los pocos kilómetros de Mobile abandonamos Alabama y entramos en Mississippi y aunque no hubiéramos visto el cartel de bienvenida es fácil darse cuenta que hemos dejado atrás Alabama. Aumenta el tráfico, mejora el estado de la carretera y todo vuelve a presentar otro aspecto, más limpio y moderno. Hasta el paisaje se vuelve más verde.
Ya hemos superado los 30º, y paramos en la playa de Biloxi, con una arena que por su color blanco nos recuerda a la de Daytona. Su paseo marítimo está lleno de hoteles, casinos, restaurantes, centros comerciales…y todos con el inconfundible sello de la arquitectura playera estadounidense.
Atrás dejamos otro estado, y para entrar a Louisiana decidimos volver a la Interestatal. En los EE.UU las autopistas prácticamente cruzan el centro de las ciudades, por lo que si tu destino está en el, es mejor llegar por la autopista correspondiente.
Según el GPS, si tomamos la salida adecuada, con un par de giros estaremos en la zona más popular de Nueva Orleans, el barrio francés y más concretamente en su arteria principal, Bourbon Street. Su nombre no hace referencia al whisky, si no a los Borbones. Si los yanquis son buenos haciendo grandes puentes, también lo son a la hora de diseñar los llamados scalextrics en la autopistas, la entrada a N.Orleans es una buena muestra de ello. El GPS no se equivocaba y nosotros tampoco, sin ningún error llegamos a Bourbon Street.
Pero nos encontramos con algo que no teníamos previsto, nos topamos con la calle cerrada al tráfico. Un agente de policía nos informa que esta noche hay un festival y ese es el motivo. Le explicamos que vamos a uno de los hoteles situados en la misma Bourbon St. y nos pregunta si tenemos reserva, mentimos y decimos que sí. Nos responde que de lo contrario ni lo intentemos, todos los hoteles de la zona están completos. Pues alguna reserva debe haber fallado, porque en el hotel en el que preguntamos si tienen al menos una habitación libre. Aunque como es de esperar, el precio por esta noche está en relación con la fecha (la celebración del festival), el lugar donde está el hotel (centro de Bourbon Street) y la categoría del propio hotel (un Four Seasons). Como antes de ayer dormimos en un motel de carretera muy simple y económico, compensamos el sobre precio de hoy con el de hace 2 noches. La cosa es tener alguna disculpa para no tener remordimientos por pagar lo que nos piden….Lo que nos mosquea un poco es que con la llave de la habitación nos entregan unos kits de tapones para los oídos, parece que la noche va a ser movida y ruidosa…
Pero Nueva Orleans en mucho más que el barrio francés, la Bourbon Street, o el famoso «Mardi Gras». También es la desembocadura del enorme río Mississippi con sus reconocibles barcos a vapor movidos por un rodillo posterior. Aquí nació la cultura «cajún», que fue creada por descendientes de franceses procedentes de Acadia -Canadá- y enriquecida posteriormente por gente de diversos lugares, incluidos esclavos negros, ya que Nueva Orleans también tiene un triste pasado como epicentro de la esclavitud. A su puerto llegaron barcos, desde el golfo de Guinea, cargados con miles y miles de negros que eran transportados, tratados y mantenidos peor que si fueran ganado.
Otra cosa, y esta más agradable, por la que es mundialmente famosa es porque aquí nació el «Jazz». Este hecho es imposible olvidarlo o pasarlo por alto. La música está siempre presente por todas partes, lo que la convierte en una de las ciudades «más vivas» de los EE.UU. Por la noche, en cualquier bar, encontrarás actuaciones en directo de diferentes grupos musicales, generalmente de una gran calidad, y por el día cualquier rincón o plaza es bueno para que artistas callejeros te sorprendan con sus actuaciones. Pero todo esto estuvo a punto de desaparecer, y además hace poco tiempo…En el año 2005 el paso del terrible huracán Katrina inundó el 80% de la ciudad y destruyó grandes zonas de N. Orleans y de su periferia. Pero como ha sucedido en otras ocasiones, la ciudad volvió a renacer.
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