De  Sudáfrica  a  Mozambique

 

 

 Hasta hace pocos años viajar desde Madrid a Johannesburgo era un vuelo muy cómodo, y además con la ventaja que por la situación geográfica, no tiene el problema del jet-lag. Pero hace un tiempo Iberia decidió eliminar este vuelo, aunque está previsto que vuelva a estar disponible próximamente (concretamente en agosto de 2016). Hasta entonces, para volar desde España no queda más remedio que hacer escala en algún  país europeo, o bien del Golfo Pérsico. Ello implica la consiguiente pérdida de tiempo y el añadido de más horas de vuelo. A nosotros nos interesaba llegar por el aeropuerto de Johannesburgo y volver por el de Ciudad del Cabo, sin tener que volar de nuevo a Johannesburgo. British Airways era quien tenía los vuelos que nos encajaban. Aunque lógicamente nos obligaba, tanto a la ida como a la vuelta, tener que hacer escalas en Londres. El  precio total de los 4  vuelos fue de  unos 630 euros por persona.

A primera hora de la mañana aterrizamos en Johannesburgo. Manuel  había quedado en recogernos en el aeropuerto, pero días antes nos avisó que por motivos de trabajo, hasta por la tarde no podríamos vernos. No obstante se encargó que un chófer de su confianza nos esperara a nuestra llegada, para llevarnos hasta el Protea Hotel de Centurion. Como teníamos tiempo, y la piscina del hotel para nosotros solos, aprovechamos la mañana para darnos un baño.

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Ya por la tarde Manuel nos acompañó a recoger las motos. El también tiene moto, mejor dicho,  desde que está destinado en Sudafrica se ha hecho con 4 BMW usadas. Una 1100 GS, una 1200 C , otra de la década de los 60 y una cuarta de finales de los 50. ¿Para qué tanta moto para él solo?. En realidad el mercado de motos sudafricano está copado en gran medida por BMW , por lo que hay bastantes de segunda mano,  con unos precios muy atractivos, y si a uno le gustan las motos, y piensa en los precios de estos mismos modelos en Europa…la tentación es muy grande.

 Para poder tener los permisos con el fin de poder sacar las motos del país, ya les habíamos enviado por mail nuestros pasaportes y los carnets de conducir  internacionales, así los trámites de  recogida de las motos fueron muy rápidos.

Conchi, Manuel y jaime

 Durante la cena Manuel nos puso al día sobre la situación del país,  que ya comenté en la primera parte de la crónica. Un aspecto, y que teníamos olvidado de nuestro anterior viaje, es el tema de las propinas. En los restaurantes, independientemente que sean de mayor o menor categoría, siempre hay muchos empleados que están continuamente atentos de que todo esté a tu gusto y no te falte nada. Los salarios en la hostelería son muy bajos y la única forma de sobrevivir, prácticamente es gracias a  las propinas. Al  entregarte el ticket con tu cuenta, cosa que siempre te presentan metido dentro de una carpetita y con un bolígrafo en su interior, debajo del precio figura una  casilla con la leyenda «propina». La norma habitual  es anotar en ese apartado como mínimo el 10% del importe total y sumarlo a este. La verdad es que, por las atenciones que recibes, siempre se merecen,  al menos,  esa gratificación. Bien entrada la noche, nos llevó de regresó al hotel y  nos despedimos de él hasta que, cuándo sea,  volvamos a vernos en Alba de Tormes.

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A la mañana siguiente temprano, ya que en esta época amanece sobre las 6 a.m,  arrancamos con nuestra primera etapa. ¡¡ Sin olvidar que aquí se circula por la izquierda !!.  La N-4 va directamente hasta la frontera con Mozambique, aunque antes nos desviaríamos hasta Graskop para visitar el cañón del Blyde River. Unos 450 k, nos separaban de el. Quien viaje por vez primera a Sudáfrica se llevará una gran alegría, o una pequeña decepción, según se mire. La N-4, al igual que la mayoría de las carreteras, está en tan buen estado que no te imaginas que estás conduciendo por África. Además, en este caso, gran parte del recorrido es una estupenda autopista. No es gratuita, hay que pagar por circular por ella. No sólo el tramo que está desdoblado, toda la carretera es de peaje, y en el primero de ellos tuve un pequeño incidente. Normalmente llego yo primero al peaje, pago por las dos motos, y como es habitual en todo el mundo, levantan la barrera, pasa Conchi, la bajan, y cuando vuelven a levantarla ya paso yo. Por un despiste mio, pensé que ya era mi turno, y justo cuando lo estaba haciendo veo que la barrera comienza a bajar, como ya no me daba tiempo a frenar, aceleré y agaché mi cabeza todo lo que pude. El golpe no fue muy fuerte, pero lo sentí perfectamente sobre mi casco…

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El paisaje es bastante llano hasta poco antes de Nelspruit, donde se deja la N-4 y ya se toma la  N-539 que lleva a Graskop. Aquí ya empiezan las montañas. Ahora todo está dominado por grandes bosques de coníferas, un paisaje que uno no espera encontrarse por aquí. Todas las montañas están repletas de estas especies. Plantan, talan y vuelven a plantar. La carretera sube y baja, las curvas son muy numerosas, pero el asfalto y la anchura son buenos y el tráfico bastante escaso. La temperatura ronda los veintitantos grados, ahora el cielo se ha ido cubriendo, pero mientras la tormenta no caiga antes de que llegemos a Graskop, todo seguirá  «estando en su sitio» para disfrutar conduciendo.

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Durante la fiebre del oro que vivió Sudáfrica, toda esta zona se llenó de buscadores del preciado metal. Como suele pasar en estos casos, cuando se acaba el oro, se termina todo…Y  lo que hace tiempo fue una zona llena de actividad minera, hoy en día sobrevive gracias al turismo, la agricultura y la madera.

Graskop es un pequeño pequeño, pero al ser un punto clave para visitar desde aquí toda esta zona del Blyde River Canyon, hay muchos alojamientos diseminados por los alrededores. Vamos a pasar aquí  2 noches, por lo que buscamos un hotel en el centro, de este modo por las noches (a las 6 p.m oscurece) al salir a cenar, no tendríamos que andar moviendo las motos. El Graskop Hotel está bastante bien,  además de las habitaciones que tiene en la planta superior del edificio principal, tiene otras, tipo adosado, junto al jardín y  la piscina. Con la ventaja que en éstas puedes aparcar el vehículo a la misma puerta de la habitación. Lógicamente una de ellas fue la que escogimos. Su precio es de  63 euros, y como es norma en toda Sudáfrica en el está incluido un gran desayuno.

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En la salida norte se toma la carretera N-534 y empieza el espectacular paisaje a lo largo del Blyde RIver C. Primero hay 2 paradas que están señalizadas y con nombre propio, la God´s Window y la Wonder Window. Luego se deja esta carretera y se toma la N-532 con más paradas. Primero un par de cascadas (Lisbon y Berlin falls) que son más bien pequeñas.

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Y más adelante , los Bourke´s  Luck Potholes, unas espectaculares formaciones que el agua ha ido haciendo en las rocas. Pero sin duda la visión más espectacular sobre el Blyde River C. se obtiene en el Lowveld Viewsite y en las Three Rondavels. En algunos lugares de estos lugares hay que pagar una pequeña cantidad para poder acceder, pero evidentemente los pocos rands que cuesta, merecen la pena.

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Para no tener que volver a hacer el mismo camino de regreso a Graskop,  poco después de estos 2 últimos puntos se puede tomar N-36 y luego la N-533, de este modo se cierra un círculo de unos 140 km. En el camino hay un paso de montaña muy bonito, el Robber´s Pass. No pudimos disfrutar mucho de el, más bien nada, ya que nos sorprendió una gran tormenta, y además sin posibilidad de refugiarnos en ningún lugar. Subíamos por la vertiente oeste de la montaña, y por éste lado está toda «pelada». Por el asfalto bajaban fuertes torrentes de agua. La situación no era muy agradable, con mucho cuidado y con la esperanza de dejar atrás la tormenta, llegamos a la cumbre. Evidentemente no era el momento adecuado de parar y admirar el paisaje. En la bajada hacía el pueblo de Pilgrim´s Rest por fin encontramos un refugio perteneciente a los guardabosques, donde  pudimos meternos y esperar a que disminuyera la lluvia.

Pilmgrim´s R. es un antiguo poblado minero que ha sido restaurado en su totalidad. Las guías turísticas hablan muy bien de el. ¿La parada merece la pena?, bueno, no está mal, pero particularmente, y tras lo que habíamos visto en este día, no es para tanto…Pero vale para tomar algo, dar un pequeño paseo y hacer alguna foto, tampoco esperes mucho más.

  Desde Graskop a Maputo, capital de Mozambique, hay que recorrer 296 km y a mitad de camino  cruzar la frontera más transitada entre estos 2 países, por lo que debido a esto último, hacer un cálculo aproximado de la hora de llegada a Maputo no es tarea fácil. El día se presenta con una espesa niebla. En el hotel nos dicen que son muy habituales y que seguramente hasta cerca de Nelspruit no veremos el cielo. Y así es. La visibilidad es muy baja, y además al ser carreteras de montaña con muchas curvas,  hay que tener especial atención con el tráfico, especialmente los grandes camiones cargados con madera, que los hay en buen número.

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Atrás queda Nelspruit y un indicador señala que nos encontramos a 7 km de la entrada sur del conocido parque Kruger. Es raro que un español que viene a hacer turismo por Sudafrica no visite el Kruger,  en nuestro primer viaje no lo hicimos. Que venga 2 veces, pase tan cerca como nosotros ahora mismo, y que tampoco ahora entremos  a visitarlo ya es muy extraño. ¿Y por qué?,  en el 2008 visitamos varias reservas de Namibia, Botswana, Zambia y alguna de Sudáfrica,  y sí, vimos muchos animales incluidos los que llaman «los cinco grandes».  Y al final vimos tantos o más animales salvajes, mientras circulábamos por las carreteras normales, cruzando delante de nuestras motos, como dentro de las reservas. Por ello, éste no es un viaje en que ver animales sea nuestra prioridad.  Así que seguimos conduciendo hacia la frontera de Ressano Garcia que será nuestra puerta de entrada a Mozambique. Antes hacemos una parada en la última gasolinera sudafricana, ya que nos imaginamos que en Mozambique las gasolineras no serán tan abundantes como en Sudáfrica.

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La gasolinera está llena de gente intentando vender  a los conductores que llevamos dirección Mozambique las siguientes 3 cosas, a saber. Extintor de 5 kg, (un botellón, vamos),  triángulos de señalización de peligro y un chaleco reflectante. Como en un desfile, uno tras otro van acercándose y mostrando su material. Todos insisten en que, nada más cruzar la frontera,  la policía mozambiqueña nos parará,  revisará si en las motos llevamos estas 3 cosas, y si no es así, multa al canto. Está claro que no vamos a cargar con ninguna de estás 3 cosas, y menos por duplicado. Correremos ese riesgo.

La salida de Sudáfrica es rápida, tenemos todo en regla y en menos de 15 minutos estamos entrando en la frontera de Mozambique. Para cruzarla  es imprescindible tener un visado. Antes se podía sacar en la misma frontera, pero Mozambique ha decidido que los procedentes de los países en los que tenga embajada deben, inexcusablemente según dice en su web, sacarlo en ella. Por eso hace un par de meses me tocó ir a Madrid dos veces. Una para solicitarlos y otra para su recogida. Por cierto son exageradamente caros, creo recordar que unos 75 euros cada uno, y además de una sola entrada.

Se ven pocos coches aguardando su turno. Junto a la entrada del edificio principal esperan unas 10-15 personas. Iluso de mí, me creo que aquí los trámites  también van a ser rápidos. Pero algo no me cuadra,  es extraño que el principal paso fronterizo parezca tener tan poco movimiento. Echo un vistazo por la puerta del edificio y ahora lo entiendo.

El edificio es bastante grande,  y compruebo que está abarrotado de gente intentando hacer lo mismo que nosotros, cruzar a Mozambique. La imagen me recuerda al paso de entrada en Zambia después de cruzar el río Zambeze. Decenas de negros apelotonados esperando a hacer los trámites y entregar los impresos…y aplastados entre ellos dos «blanquitos», nosotros. Y casi 3 horas de ésta manera.Yo creo que hasta este momento no  nos habíamos percatado que estamos viajando por África

 No nos queda otra que ponernos a la cola y armarnos de paciencia…O hacer algo que no nos agrada, y que tampoco recomendamos,  pero que cuándo la situación lo requiere es el último recurso. ¿Estamos ante una de esa situaciones?. Pues sí, no queremos perder varias horas en esta frontera. Así que nos queda otro remedio que «agilizar»  los trámites mediante la ayuda de un «buscavidas». No te preocupes en buscarlo,  antes de que tú le veas, ya te habrá echado el ojo a ti. Por supuesto todo esto es a cambio de unos dólares. Cuando uno se decide a hacerlo de éste modo, jamás hay que separarse del individuo a quien entregas el pasaporte, ya que ello conlleva ciertos riesgos. Como era de esperar nosotros  no íbamos a estar libres de esos riesgos…

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