Afortunadamente durante nuestra estancia en Umatata no ha ocurrido nada fuera de lo normal, aunque en ningún momento olvidamos las advertencias que nos habían hecho en Hibberdene.
En la propia Umatata nos informan que el museo de Mandela está cerrado por obras. Pero en la ruta que tenemos por delante, en Qunu, hay otro museo también dedicado a su memoria. Qunu es un pequeño pueblo que está a 34 Km. Es el lugar donde Mandela pasó su niñez y donde se retiró a pasar los últimos años de su vida. Es primera hora de la mañana y somos los únicos visitantes. Nos acompaña una guía que nos va dando las explicaciones necesarias.
Ella es de etnia Xhosa, la misma que Mandela, y mayoritaria en toda esta región. La pronunciación del idioma Xhosa es parecido al de los bosquimanos, algunas sílabas se pronuncian haciendo un chasquido con la lengua. La «Qu» de Qunu, es una de ellas. El museo tiene muy buen aspecto…pero sólo por fuera. Las diferentes salas de su interior están un poco desangeladas y vacías. Viendo el gran edificio donde están, uno espera encontrar más cosas. Junto al museo hay un pequeño taller de ropa que también nos enseñan, es una cooperativa creada por mujeres de la zona.
La vista desde aquí es espectacular, lástima que aparece la lluvia y la cortina de agua nos impide disfrutarla en su totalidad…
Hasta pocos kilómetros antes de East London, el estado de la carretera sigue la tónica del día anterior. No es muy ancha y tiene el asfalto deteriorado. Pero poco a poco la lluvia y la niebla van desapareciendo y, con las continuas subidas y bajadas, resulta entretenido conducir por ella. Las verdes colinas están salpicadas de modestas viviendas pintadas de colores muy vivos.
Nuestro destino es un pequeño pueblo costero poco antes de E. London, Gonubie. Sólo hay 250 Km. de distancia, así que nos lo tomamos con calma. Antes de llegar, la carretera pasa por una bonita ruta arbolada y ahora su asfalto ya es perfecto. El alojamiento en Gonubie es en el Ocean´s Dreams. Una Guest House con vistas al mar, nos ofrecen una espectacular habitación en la planta superior, y que entre otros lujos cuenta hasta con un sillón de masajes. Todo ello por el equivalente a 82 euros. Como luce el sol, aprovechamos la tarde para disfrutar de la gran playa de Gonubie.
Hemos vuelto a «tierras de blancos», y al decirles donde habíamos pasado la noche, siempre nos hacen la misma pregunta: «¿Umtata?, es peligroso ¿no?. ¿No habéis tenido problemas?…» y comentarios similares.
El día amanece radiante y caluroso. Desayunamos tranquilamente con el intenso azul del Indico como fondo. Antes de salir de Gonubie paramos a repostar. Como en todas las gasolineras sudafricanas hay muchos empleados, antes de que quites el contacto ya tienes a uno junto a la moto esperando que le digas cuánto quieres. Y si pagas con tarjeta, no es necesario ir hasta la oficina, todos los empleados tienen un TPV inalámbrico, el aparatito para meter la tarjeta. Arrancamos, por delante casi 300 Km. pero no queremos retrasarnos, queremos llegar a buena hora a nuestro destino de hoy, Colchester, unos 40 Km antes de Port Elizabeth.
Aunque en este segundo viaje, la visita a los parques nacionales no es nuestro objetivo, decidimos que, como vamos a pasar junto al Addo Elephant N.P, podemos hacer un día de parada y aprovecharemos para visitarlo. Buscando información vemos que muy cerca de la entrada sur del parque hay un pequeño pueblo llamado Colchester. Anoche hicimos allí una reserva en el Dugbeetle River Lodge (92 euros), su aspecto y comentarios no pueden ser mejores. Los primeros 60 Km los hacemos por autopista, luego carretera normal y más tarde carretera en obras, que se alargan durante 40 Km. que se hacen muy largos. Es la primera vez que nos encontramos con un tramo en obras. Junto a la carretera vemos un mercado con mucho movimiento, paramos a echar un vistazo y descansar un poco. Está lleno de gente y de cosas, desde comida, muebles, electrodomésticos…Compramos algo de fruta. Unas mujeres están hablando entre ellas, por los chasquidos que hacen deducimos que son Xhosas. Se ponen muy contentas al ver que Conchi lo ha adivinado y en seguida comienzan a hablar con ella.
A diferencia de los blancos, a ellas las encanta el hecho de que hayamos parado en Umatata y posteriormente visitado el museo de Qunu. Las hace mucha gracia escuchar a Conchi pronunciar Qunu en lengua Xhosa. Un par de «colgaos», con mal aspecto y los ojos vidriosos, seguramente por drogas ya que su olor apesta pero no a alcohol, se acercan a nosotros y, con malos modos, insisten una y otra vez para que les demos unos rands. Y aquí entra en acción la «solidaridad femenina». Casi al mismo tiempo, las 4 ó 5 mujeres les abroncan por estar molestándonos. Los «colgaos», a pesar del ciego que llevan, entienden que es mejor marcharse antes de que cualquiera de aquellas mujeres les suelte un guantazo.
En el Dugbeetle R. Lodge ya nos están esperando, hasta han puesto mi nombre en la pizarra de bienvenida junto con el de la habitación que nos han reservado, es la «Africa». Posiblemente la habitación más bonita en la que nos hemos alojado durante este viaje.
El edificio está junto al río Sondangs y es una construcción muy bonita. Cada habitación tiene un nombre y una decoración diferente. La «Africa» tiene un hermosa terraza hacia el río, una cama espectacular y unos muebles de calidad. La puerta tiene en relieve a los «cinco grandes» junto con un mapa de Africa. Cuando todavía no estamos instalados llega una furgoneta conducida por una mujer. Se baja y al ver las motos y a nosotros, se la ilumina la cara. Dirigiéndose a Conchi la dice: «Bienvenidos. Me llamo Atta, y mi marido y yo somos los dueños del lodge. Durante muchos años, yo también me movía por aquí en una Yamaha XT…».
Otra de nuestras aficiones es el piragüismo, aquí no tienen ningún kayak pero si unas canoas y un embarcadero. Preguntamos a Derek, el marido Atta, si podemos usarlas. Ningún problema, nos hace con unos remos y unos chalecos salvavidas, nos indica los mejores lugares del río y nos desea buena travesía. Es una delicia remar por estas aguas tranquilas, además hace calor y nada nos impide darnos un baño. Por la noche Atta nos pregunta acerca de lo qué deseamos para desayunar el día siguiente, la hora en que queremos hacerlo y nuestras preferencias respecto a cómo preferimos los huevos, el bacon, el zumo…etc. Detalles como éste, cada vez nos sorprenden menos. Nos hemos acostumbrado a la amabilidad de esta gente.
Todos los P.N. puedes recorrerlos conduciendo tu propio coche, pero por razones obvias está prohibida la entrada en moto. En el propio lodge organizan visitas al Addo, así que cambiamos las motos por un Land Rover y par allá nos vamos. El Addo está muy bien, tiene un tamaño perfecto para recorrerlo en 4-5 horas y los caminos bien señalizados. Hay muchas cebras, fagoceros, hienas, algunos leones…pero sobre todo hay muchos, muchos, elefantes.
Por segundo día desayunamos en la hermosa terraza del lodge. Anoche cayó una gran tormenta y hoy ha amanecido nublado. Ha refrescado y a esta hora, 8 de la mañana, tenemos unos 10º de temperatura . Nos da un poco de pereza tener que ponernos en la carretera, por eso alargamos el desayuno.
Derek se acerca a darnos los buenos días. Es un tipo muy simpático, siempre con una sonrisa en su rostro y dispuesto a charlar un rato. Nos cuenta que aunque nació en Inglaterra, lleva desde niño en el sur de Africa. Se le nota que ama y siente estas tierras como su patria. Ha vivido en varios países y también le ha tocado luchar en dos guerras, en Mozambique y en Zimbabwe. Cuando las cosas se pusieron realmente feas en este último país, Atta y él tuvieron que abandonar precipitadamente la granja que tenían allí e instalarse en Sudáfrica.
Nos cuenta los avatares de su vida y nos muestra orgulloso una colección de insignias que tiene de los diferentes cuerpos y escuadrones del ejército inglés que han luchado en Africa. La conversación nos resulta muy interesante y amena, por lo que sin darnos cuenta la mañana ha avanzado y va siendo hora de despedirnos.
Durante muchos Km. nos acompaña una molesta lluvia, además es domingo y la carretera tiene mucho tráfico. Poco a poco vamos dejando atrás a las nubes y el sol empieza a calentar. A nuestra izquierda sale la carretera hacia el Tsitsikamma N.P. Derek nos ha recomendado su visita, ya que allí se encuentra la desembocadura del río Storms y es una zona muy bonita.
A juzgar por la cola de vehículos que esperan para entrar, debe ser cierto. Y la misma cola se repite, ya una vez dentro, antes del acceso al aparcamiento que hay donde termina la carretera. Por lo que indica un vigilante está completo y todos debemos aparcar un par de kilómetros antes. Bueno, todos no. Es una de esas ocasiones que viajar en moto supone una ventaja respecto a hacerlo en coche. A nosotros nos dejan pasar y podemos aparcar donde se acaba el asfalto. Desde aquí parte un estrecho sendero, que se interna por el bosque y llega hasta el puente colgante que hay en la desembocadura del Storms.
Plettenberg Bay se encuentra unos Km. más adelante y es en donde comienza la parte de la N-2 más famosa. Es la conocida como «Garden Route». Un tramo de unos 200 Km. que lleva hasta Mossel Bay y que resulta la ser la carretera más famosa de Sudáfrica. La vegetación que hay a sus lados y los paisaje que atraviesa hacen honor a su nombre de «ruta jardín». Muchas de sus partes nos recuerdan a otra famosa carretera que, hace años, recorrimos en el sur de Australia, la Great Ocean Road.
Kysna es el final de nuestra ruta de hoy. Una pequeña ciudad costera con mucho encanto y por ello también con mucha gente. Nos alojamos en el que, según nos cuentan, es el mayor edificio de madera que hay construido en África. Este edifico corresponde al Kysna Lodge Inn. Aunque sus instalaciones denotan que ya tiene unos años, no por ello deja de ser una construcción espectacular.
Entre otras cosas Kysna cuenta con un Waterfront del estilo del de Ciudad del cabo, aunque lógicamente mucho más pequeño. Hay muchos bares, restaurantes, tiendas…todos orientados hacia el mar. También cuenta con una zona de viviendas de lujo con embarcaderos propios. No hace falta decir que sus propietarios son todos blancos. Viendo todo esto no es de extrañar que estos, los blancos, tengan miedo a que algún día los otros, los negros, se harten y su mundo tan feliz y lujoso se venga abajo. Y más viendo como a la entrada de Kysna, en una de sus laderas, se puede ver una «township» (el barrio de los negros pobres) y no es precisamente pequeña.
Pero Kysna también tiene otras cosas más interesantes. Un gran mercado de artesanía con variados objetos hechos en diferentes tipos de maderas. Con muchos artesanos, pero con pocos clientes, nosotros éramos los únicos.
Y en el centro de la población todavía conservan los primeros edificios que se levantaron en su día. Los han rehabilitado y, como ocurre en los pueblos de Australia y Nueva Zelanda, están llenos de fotografías e información acerca de las familias fundadoras de Kysna. Del por qué escogieron este lugar para levantar la ciudad (en principio fue un asentamiento junto a una mina de oro), los distintos hechos históricos vividos desde los años de su fundación, los desastres naturales que han sufrido, los personajes más relevantes que la han habitado…etc. Es una forma de conocer los lugares por los que pasamos, y que a nosotros nos gusta de una forma especial. También en el centro tienen expuestas algunas de las máquinas que en su día usaban para lavar la tierra y encontrar el oro.
Inevitablemente nos vamos acercando al final de nuestro viaje, Ciudad del Cabo. Pero todavía tenemos que recorrer algunos de los lugares más famosos del país. Nos espera la parte más bonita de la Garden Route, también cruzaremos la zona desértica del Little Karoo, y por último un tramo de la R-44, que quizás sea la carretera más espectacular de Sudáfrica, ¡ah! y la península del Cabo. Nos preparamos para salir…
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