MONGOL RALLY 2010
Alba de Tormes – Ulan Bator (Mongolia)
A muchos de vosotros os gustaría realizar este viaje, aunque seguramente para ello no escogeríais una moto como ésta ¿quieres saber cómo se hace un viaje de miles de km. en una gran moto de tan sólo 125 c.c.?
La primera ocasión en que se celebró el Mongol Rally fue en 2004, en las primeras ediciones sólo se podía participar en coche, más tarde se abrió la participación a las motos, pero ¿qué es esto del Mongol Rally?.
Ante todo es la mayor aventura por vía terrestre que se celebra en el mundo. A grandes rasgos consiste en cruzar toda Europa y casi toda Asia, los puntos de partida son Londres, Milán y Barcelona, la meta se encuentra en Ulan Bator, y las normas son pocas y bien sencillas. La ruta la marca cada participante, no hay asistencias de ningún tipo, ni mecánica ni burocrática, cada uno resuelve sus propios problemas. Tampoco existe una clasificación final, ni por supuesto premios, ah, y un último detalle, los coches no pueden tener más de 10 años de antigüedad ni superar los 1.200 c.c., y para las motos, al fin y al cabo lo que nos interesa, la cilindrada está limitada a los 125 c.c.
Dependiendo de la ruta, la distancia a recorrer oscila entre los 11.000 y los14.000 km., el tiempo empleado varía mucho de unos equipos a otros, pero lo normal es que se realice entre 3 y 5 semanas.
¿Y una vez allí que hago con la moto? ¿Vuelvo en ella o qué? Los vehículos que llegan a Mongolia habitualmente son donados a las ONG´s que realizan allí su labor, de eso se encarga la organización, pero vamos, si te has quedado con ganas de hacer más km., no hay problema en que regreses a casa conduciendo tu moto…
¿No te vas a aburrir tantos km. en una moto tan pequeña…? Esto fue lo que algunos de mis amigos me dijeron cuando les comenté que había inscrito el equipo ExploraMoto.com en el Mongol Rally 2010. En España parece que si no viajas en una maxi-trail, y equipado a la última, el viaje es menor y tú menos viajero…y este fue uno de los motivos que me llevó a participar en esta prueba, comprobar si hay muchas diferencias entre viajar con un tipo u otro de moto, eso y que Asia era el único continente por el que todavía no había hecho ningún viaje en moto.
LA RUTA
La primera vez que desplegué el mapa y vi lo lejos que queda Mongolia, enseguida me pregunté “vale, aquí está Alba de Tormes y aquí Ulan Bator ¿ahora por dónde voy?”. Tres son las rutas principales para llegar hasta Mongolia, la más fácil y corta es la norte, solamente hay que cruzar Europa, entrar a Rusia, cruzarla de oeste a este y llegas a Mongolia por su frontera norte. La ruta central es más variada, se viaja por más países, además de los “europeos”, cruzas por Ucrania, Rusia, Kazajistán, de nuevo Rusia, y se alcanza Mongolia por su otro paso fronterizo, el del oeste. Hay muchos tramos de pistas, algunas un poco complicadas, se viaja por dos desiertos, el de Kazajstán y el del Gobi, hay más variedad de paisajes y en total son unos12.500 km. Y la tercera ruta es la sur, pasando por Turquía, Irán, Turkmenistán, Uzbekistán y desde aquí enlazar en Kazajistán con la ruta anterior, es la más larga, en la que hay que cruzar un mayor número de fronteras y además es necesario el “carnet de passages”. Me decidí por la ruta central, pensaba que era la que tenía la dificultad, el interés y los km. necesarios para que, tanto para la moto como para mi llegar a Ulan Bator fuera un objetivo factible y además en un tiempo razonable.
Una vez dibujada la ruta sobre el mapa, comencé a diseñar las etapas, “Día 1, de tal sitio a tal otro, total tantos km. Día 2, de aquí hasta esta ciudad, tantos km… ya que estoy al lado de Uzbekistán, si voy bien de tiempo me acerco hasta Samarkanda…” Una vez tuve todo el recorrido distribuido me di cuenta de lo optimistas que eran mis cálculos. Ni la moto, ni el viaje, ni los países que debería cruzar eran los ideales para aquellas maratonianas jornadas que había previsto, así que lo mejor era imprimir aquello, llevarlo como referencia, y dedicarme a otros preparativos, por ejemplo buscar y preparar una moto, conseguir los visados que necesitaba, leer acerca de cómo eran los países que recorrería… ah, y aprender algo de ruso.
¿QUÉ MOTO? ¿QUÉ COSAS LLEVO?
Como no estaba muy al día del mercado de las trail 125 lo primero que hice fue mirar lo que había y empezar a eliminar modelos. “Esta no me gusta, ésta es muy pequeña, la otra no parece muy resistente…” al final quedaron dos candidatas, la Honda Transalpy la Derbi TerraAdventure. La primera quedó descartada al ver que no la fabrican con llantas de radios, y además, para la misma potencia, es más pesada que la Derbi, a su favor tenía el tema de que su motor es bicilíndrico, pero me gustaba más la Derbi, y al fin y al cabo es, o era, una marca española. Así que ya tenía una moto elegida, motor monocilíndrico de 4T, 15 c.v. de potencia, 11 l. de capacidad del depósito, llanta delantera de 21”y además, por tamaño y estética, parecía una moto más grande. A esto había que añadir que tanto la fábrica y en especial el concesionario de Salamanca, Ifni Motos, se unieron a la lista de patrocinadores del viaje, de cara a la preparación de la moto la ayuda de ambos iba a ser fundamental.
Se la cambió el silencioso por otro más abierto, se cambió el kit de transmisión por uno con cadena de retenes, se ajustó la carburación, sustituimos líquidos y filtros, se revisaron embrague y suspensiones, se instaló un top-case, bolsas laterales y de depósito, se acopló un caballete central, neumáticos nuevos, se hizo una lista con los recambios básicos (filtros, cables, espejos, manetas, discos embrague…) y ya estaba la Terra Adventure preparada para enfrentarse a los miles de km. que la esperaban.
Ahora había que preparar el equipaje, haces una lista y…empiezas a descartar cosas, aunque algunas son imprescindibles, como las herramientas, los repuestos, un pequeño compresor eléctrico, los “necesarios” aparatos electrónicos, que si cámaras de fotos, de video, el netbook, el móvil, el GPS…y lo malo no es todo esto, lo peor son los cargadores para todos ellos… Muchos días no voy a encontrar hotel, así que venga, tienda de campaña, saco y colchoneta. ¿Hará frío o calor? seguramente me tocará de todo, así que tendré que llevar tanto ropa de verano como de invierno. ¿Lloverá? si además de desiertos hay estepas y también cordilleras… seguro que si no es un día, será otro, pero llover llueve, fijo. Tendré largas distancias sin gasolinera, hay que llevar un jerry-can de10 litros¿comida? se come lo que se puede y cuando se puede, pero en todos mis viajes siempre llevo ibéricos envasados al vacío para las emergencias, no pesan, no abultan y siempre se agradece, cuando estás a miles de km. de casa, comer de vez en cuando algo tan español como esto.
El dinero para los gastos diarios hay que llevarlo preferentemente en metálico, dólares y euros, e ir cambiando en cada país, tampoco es necesario arriesgarse a llevar una gran cantidad, no es mala idea hacer algún envío por Transfer Money para retirarlo a mitad del viaje.
¿Billete de vuelta? primero hay que llegar hasta Ulan Bator, luego ya será el momento de organizar el regreso, ah y la documentación personal, los visados, el carnet internacional de conducir, seguro de viaje, fotocopias…vamos como si uno se fuera a la otra punto del mundo, bueno, mirando el mapa eso parece.
MAIZ, GIRASOL Y…POLICIAS
Sábado, 24 de julio, Puerto Olímpico de Barcelona, aquí estamos la Terray yo tomando la salida. Primer objetivo, cruzar Europa lo antes posible y dejar atrás las atestadas autopistas de Francia, Italia, Austria y Hungría, bueno en esta última hay menos autopistas y están menos atestadas. Como el camino hasta Ucrania ya le conozco de otros viajes, hago las paradas imprescindibles, repostar, comer, dormir…y en 3 días alcanzo la frontera ucraniana.
En el año 1991 la URSS, antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, quedó oficialmente disuelta y dividida en 15 nuevos países, uno de ellos es Ucrania. Lo primero que llama mi atención es el hotel en el que voy a pasar la noche, la habitación es lo más parecido a lo que en España, de toda la vida, se le ha llamado un puti-club. Los colores de las cortinas, cama, paredes, la iluminación…pero no, no es lo que me imaginaba, es solamente que el concepto de buen gusto que tienen por aquí es diferente al nuestro, solamente hay que acostumbrarse.
En Ucrania los gastos habituales cuando estás de viaje, es decir gasolina, alimentos y hotel, son muy baratos, por contra sus carreteras han recibido pocas mejoras desde la era soviética, aunque a mi me valen, sobretodo cuando pienso en lo que me encontraré más adelante. El primer día viajo por los montes Cárpatos y una vez atravesados entro en la parte llana del país. Durante cientos de km. viajo con grandes extensiones de terreno cultivadas de maíz y de girasol a cada lado de la carretera. Voy bien de tiempo así que decido hacer una visita a su capital, Kiev. Paso la tarde paseando por el centro de la ciudad, merece la pena la visita al monasterio de San Miguel y a la catedral de Santa Sofía. En 1920, durante la era antirreligiosa después de la revolución rusa, esta catedral estuvo a punto de ser destruida, el gobierno quería hacer en su lugar un parque en memoria de los soldados caídos en la guerra de Crimea, (digo yo que está muy bien eso de hacer monumentos a los caídos, pero sin que para ello haya que destruir los ya hechos…), gracias a la presión de un grupo de historiadores se conservó la catedral. Ambos monumentos tienen sus cúpulas de color dorado, en la iglesia ortodoxa esta es una de las características de sus edificios religiosos. Las ucranianas son muy, muy guapas, altas, con muy buen tipo… y además lo saben, las gusta ir bien arregladas y a la última (al menos en la capital). ¿He dicho que este es un país barato, no? Pues me voy a tomar una gran cerveza en cualquiera de las terrazas dela Plaza de la Independencia, definitivamente, esta plaza parece una pasarela de modas…
Hace solamente cinco días que salí de España y la parada en Kiev me ha servido para darme cuenta de que quizás voy demasiado rápido, ¡vaya tontería viajando en una 125!, pero es lo que siento, a partir de ahora voy a hacer más paradas. Por lo pronto hoy decido dejar la carretera principal y viajar toda la tarde por secundarias. Las indicaciones brillan por su ausencia, aunque la orientación en este viaje es fácil, voy siempre hacia el este, por lo que sé que por la mañana tengo el sol frente a mi, y por la tarde lo que debo ver delante de la moto es mi sombra. Los pocos pueblos por los que paso están muy tranquilos, cada vez que paro en alguno la gente se muestra muy amable conmigo. El idioma oficial es el ucraniano pero cuando me dirijo a alguien, en el poco ruso que manejo, me entienden sin dificultad, cosa muy diferente es que yo les entienda a ellos.
La temperatura es un poco alta para viajar en moto, las carreteras decentes, el paisaje está bien (quizás un poco monótono con tanto monocultivo) la gente amable, el país barato… como destino para viajar en moto me gusta Ucrania. Solamente dos problemas, el primero la policía. Ya sabía cómo se las gasta la policía en este país, ven una moto, ven un extranjero, ven dinero fácil, y me paran. Los “polis” del este no tienen fama de amables y la primera vez “acojonan” un poco, aunque luego ya vas tomando práctica y todo es más fácil. Siempre es lo mismo, un supuesto exceso de velocidad, cosa imposible de demostrar por su parte, te dicen el importe (una cantidad desorbitada, 600 $ o así) pero que si no hacen “protocol” (papeles) es mucho menos. Dependiendo de la prisa que tenga, o bien negocio el importe de la multa, en dos ocasiones no me queda más remedio que “pasar por caja” y pagar entre 5 y 10 $, o por el contrario me niego y después de una hora de “no entiendo nada, no hablo tu idioma”, se aburren de tenerme allí parado y me dejan marchar.
Y el segundo problema que encuentro en este país es la forma de conducir. Los primeros km. que haces en un país son esenciales para hacerte una idea de lo que te espera. Veo venir dos coches de frente, hago señales con las luces, las manos, me acuerdo de su pobre madre…pero en pocos km. tengo que habituarme a esta situación e incluso a otras más comprometidas. En alguna ocasión no es un coche adelantando a otro, ¡¡son dos coches adelantando al mismo tiempo a un tercero!!, al menos esto sólo lo hacen en carreteras anchas.
Entrar en Ucrania fue fácil y rápido, salir ya no tanto, en la aduana me hacen desmontar y abrir todo, bolsas, top-case…Cuando un militar de fronteras te dice “enseñar todo”, más vale que le hagas caso, tardarás unos cuantos minutos en desmontar y en volver a colocar el equipaje en su sitio, pero mejor eso que no caerle mal y que no pare de ponerte pegas una tras otra. Todo esto me pone de mal humor, pero me lo aguanto, al oficial que está conmigo le pongo buena cara y le regalo unos bolígrafos…ha funcionado, no hace falta abrir la otra bolsa. Peor lo van a tener unos austriacos, también participantes del Mongol Rally, que al dar marcha atrás con el Suzuki rompen el soporte y una cámara de vigilancia que hay en la aduana. Estará puesta para eso, para que alguien se la cargue, no es normal instalar una cámara aquí en medio, a menos de un m. de altura del suelo, en un lugar con tanto movimiento de vehículos. En un momento aquello se llena de militares de todos los rangos, miran como ha quedado la cámara y el soporte y por su cara parece que no les ha gustado lo que les han hecho los austriacos, yo sigo hacia adelante y les dejo negociando el pago del arreglo de los desperfectos.
SPASIBA, THANKS, MERCI, GRACIAS…
Adiós Ucrania, hola Rusia…otra vez lo mismo, fuera equipaje, pero aquí los bolígrafos de regalo no dan resultado, al oficial ruso no le va esto de la escritura, prefiere algo que se pueda beber, ”pues como no sea agua, otra cosa no tengo…”, entre una frontera y otra he necesitado unas 4 horas para acabar con todos los trámites. Paro a comer algo en el pueblo que encuentro nada más entrar en Rusia. Primer problema, es sábado por la tarde y no hay bancos abiertos, no hay cajeros, nadie quiere el dinero ucraniano, ni euros, ni dólares, sólo rublos, por supuesto, de pagar con la tarjeta ya ni hablamos, pero siempre hay alguien dispuesto a ayudar. Un hombre, Vladimir, moviliza a medio pueblo hasta que alguien acepta cambiarme euros por rublos, al menos ya tendré para gasolina y para comprar algo de comer. En un acto de fe entrego 50 euros al “cambista” y le veo alejarse calle abajo en busca de los rublos, mientras esperamos, Vladimir y yo seguimos hablando.
Vladimir está jubilado, tiene 70 años pero no los aparenta, es fuerte y se nota que está en forma, “he sido boxeador” me dice. Tiene cara de buena persona y es simpático, no habla inglés, pero estuvo trabajando en Argelia y nos entendemos en francés. Las típicas preguntas acerca de mi viaje sirven para coger confianza, poco a poco cambio de tema y le pregunto cómo era la vida en los años de la URSS.Añoraaquellos tiempos. “entonces éramos una potencia mundial, producíamos de todo, ahora las cosas han cambiado, importamos muchos productos y los precios no paran de subir. La gente de mi edad no lo conoceremos pero los jóvenes lo van a pasar mal”. Es un buen conversador y sigo preguntando “y si aquí las cosas estaban tan bien ¿por qué te fuiste a trabajar a Argelia?”, me responde “fui con una empresa soviética a construir un campo petrolífero, hoy en día es imposible, en el extranjero nadie contrata a una empresa rusa”. También le pregunto acerca de las relaciones con los ucranianos ya que me sorprende que estando a menos de 1 km. de Ucrania, nadie me acepte su moneda, “el anterior presidente (Yúshenko) era un ladrón, no quería pagar nuestro gas pero sí calentarse con el, el de ahora (Yanukóvich) es igual, todos los ucranianos son unos traidores, que se queden con su país, su moneda y sus… ”, la llegada del “cambista” con mis rublos interrumpe bruscamente la conversación. La mano de Vladimir aprieta con fuerza la mía, en francés me dice “bone courage” , “spasiba Vladimir” le contesto .
Es domingo por la mañana, hay mucho tráfico y mucha policía, pensaba que el trato con la ucraniana me había servido de entrenamiento pero los rusos tienen métodos más sofisticados, la falsificación de pruebas. Me paran, piden documentos y al poco un militar me hace pasar a una oficina, me sienta ante un ordenador y me muestra una foto de una cámara de velocidad, allí aparece una moto y en la esquina superior de la foto pone 115 km/h.. Reconozco la moto, es de otro participante español del Mongol Rally, esa moto no coge los 100 km/h. ni aunque la suban en el AVE… Según el poli he pasado a esa velocidad por el pueblo anterior, y el límite era de 40, resumiendo 600 dólares de multa, aunque baja la voz (no sé porqué, en la habitación sólo estamos él y yo) y en un susurro me dice “niet protocol, 300$”. Le hago salir fuera para que vea que la moto de la foto no es la mía, a regañadientes lo admite, la de la foto es de color oscuro y la mía es blanca, pero no quiere quedarse sin su presa. Otra vez al ordenador y me va pasando fotos, me fijo que en ninguna pone la velocidad impresa en ella, la pone en un listado junto al lateral de la pantalla. Después de 15 minutos viendo pasar fotos de coches aparece otra moto, ahora si es la Derbi, y yo el que sale allí montado. Antes de que él me diga nada le señalo la velocidad que figura en el listado 31 km/h. Aunque he sido rápido, él ya tenía preparada la respuesta, “mala suerte, me dice, el límite era de 30 km/h”. Serás cab…antes me dices que 40 y ahora que 30, llevo una hora perdida y tengo prisa, al final 7 dólares cambian de bolsillo…
Atrás dejo Volgogrado, la antigua Stalingrado, y escenario de la más sangrienta batalla de la segunda guerra mundial, se calcula que durante su asedio las bajas, entre los dos bandos, fueron de dos millones de personas. La ciudad resistió el ataque del ejército alemán y sirvió de freno al avance de los nazis. La periferia de la ciudad no es muy bonita, para que me entiendas mejor, es horrible. Hay unos grandes centros de distribución de gas hacia la ciudad, estas conducciones son unas tuberías de gran diámetro que no van enterradas, la mayoría están herrumbrosas y se apoyan a pocos cm. del suelo, si tienen que cruzar una carretera hacen una especie de gran U invertida.
La tarde se ha nublado, entre el color del cielo, la contaminación y las tuberías, el paisaje tiene un aspecto siniestro. A unos300 km. se encuentra la ciudad de Astrakán, no me va a dar tiempo a llegar pero, aunque no sepa dónde pasaré la noche, continúo hacia allí…
Astrakán está situada junto al Volga, muy cerca de su desembocadura en el mar Caspio. Hace calor, mucho calor, al cruzar un puente veo un termómetro, 48º y son las ¡11 de la mañana!. A primera vista me gusta la ciudad y decido quedarme y visitarla. Busco un hotel junto al río y una vez instalado salgo a dar una vuelta, paseo por el centro y la parte que está junto al Volga, la ciudad me parece agradable, hasta que un hombre me indica que tenga cuidado que estoy en una zona peligrosa. Me cuenta que hace dos semanas hubo una persecución de la policía y murieron dos personas. Aunque a él le importe poco lo que yo haga, le prometo que tendré cuidado.
Me quedan pocos km. para llegar a la frontera con Kazajistán, pero “la vieja Rusia” no quiere dejarme marchar sin conocer la amabilidad de sus gentes…Noto que se mueve la rueda trasera dela Derbi, “vaya, un pinchazo”, paro, y no, el neumático está bien de presión, lo que no está bien es uno de los cojinetes del eje trasero, en realidad está destrozado. Esto complica las cosas, principalmente porque no tengo cojinetes de repuesto. A muy baja velocidad avanzo unos300 m. y paro al lado de un puesto de venta de fruta junto a la carretera, aparecen dos participantes del Mongol Rally que se quedarán cuidando la moto. Desmonto la rueda y me pongo junto a la carretera, a lo lejos viene un coche, casi no me da tiempo a hacerle una señal, el conductor para y me pregunta si tengo algún problema. Con la ayuda del diccionario de viaje le explico lo ocurrido y lo que necesito, de inmediato me veo sentado en el viejo Lada. Es una pareja joven que son fotógrafos y mientras me llevan de regreso a Astrakán,. van contándome cosas de su profesión, de su vida, sus ilusiones…Vamos por la ciudad de tienda en tienda buscando la pieza que necesito, hasta aprendo como se dice cojinete en ruso, es fácil “cojinetu”. No conformes con su ayuda, me acercan de vuelta hasta el lugar donde he dejado la moto, y están aquí conmigo hasta que acabo de montarlo todo. Por supuesto no quieren cobrarme nada, sólo me piden alguna moneda europea como recuerdo, así que se me ocurre darles un billete de 20 euros en el que escribo, en los idiomas que recuerdo en este momento, la palabra “gracias”. Es una suerte, la misma avería en otro punto de mi recorrido podría haber significado fácilmente uno o dos días de retraso.
KAZAJISTÁN, LA HORA DE LA VERDAD
Salgo de Rusia y llego a la frontera kazaja, está cerrada, es la hora de comer y aquí cierran para comer, merendar, desayunar…. Entre unas cosas y otras pasan dos horas hasta que entro en Kazajistán, tengo que hacer un seguro para la moto, un mes 30 dólares, no sé si es caro o barato, es lo que acuerdo con la “mafia” que tiene montado el “chiringuito” de los seguros. Todavía no he comido y paro por el camino en un puesto de frutas, hay muchos junto a la carretera, tienen sandías, melones, tomates…con este calor es lo que me apetece. No voy a comprar una sandía entera y pido alguna rodaja, me dan las que quiera, pido también algún tomate y un poco sal para echarle, me lo como allí mismo. Las mujeres que atienden los puestos no me cobran nada, las regalo unos llaveros e insisten en que me lleve media sandía, “no tengo sitio, spasiba”. De ahora en adelante estos puestos de fruta serán mis “restaurantes” preferidos. Siempre hay unos cuantos compradores parados en ellos, por lo que es muy fácil, por no decir imposible, no entablar alguna conversación. Que se detenga allí un extranjero, y más viajando en moto, les gusta, es una novedad en su rutina diaria. Los mejores son los atendidos por mujeres, son muy simpáticas, amables y generosas y siempre dan más conversación que los hombres. Me enseñan como se dice sandía, “arbust”.
Estoy a punto de entrar en el desierto kazajo, según parece es una de las partes más duras del viaje, por lo que antes decido cambiarle el aceite y los filtros a la moto, de paso la hago una revisión general. Debo cruzar el desierto de oeste a este, pero no hay una pista transversal, por lo que me tocará hacer un triangulo sur-norte-sur. Son casi unos 1.500 km., según el mapa no debería haber problema, existe una carretera de color rojo que me llevará hasta la ciudad de Aral. Salgo de la ciudad de Atyrau y durante unos200 km. viajo entre campos de extracción de petróleo, las manadas de camellos son el único signo de vida.
A la salida de un pequeño pueblo empiezan los problemas, la carretera desaparece, así, de repente. Me digo “tranquilo Jaime, debes haberte equivocado”, vuelvo al centro del pueblo y pregunto. La dirección es esa, no hay otra, aquello ni es carretera ni es pista, es un camino bombardeado, la única esperanza es que sean unos pocos km. y que luego vuelva el asfalto, no tendré esa suerte. Hace un calor sofocante y no hay nada, solamente me cruzo con algunos camiones que me llenan con el polvo que deja su estela. A mediodía veo una casa y paro a ver si tienen agua, es un pequeño restaurante. Dentro me encuentro con un ciclista, es italiano y va camino de China. El hombre lo está pasando peor que yo y está tan desesperado que clama una y otra vez contra el gobierno kazajo por el estado de la pista, “incredibile” grita a quien le quiera oír, es decir a mí. Le sirven un plato de carne y se calla un poco, yo no tengo hambre, lo único que quiero es beber, pagaré lo que me pidan por una botella de agua fría y sin gas, esto último sería demasiado, por aquí les gusta el agua con gas y es la única que tienen fría, por mucho que insisto “niet gaz” no hay manera. Afuera hace más de 50º, así que el italiano y yo charlamos un rato, preguntamos al hombre del bar cuando vuelve el asfalto, “luego la carretera está mejor” responde. ¿Luego? ¿cuándo?, no sabe a ciencia cierta, ¿por qué va a saberlo? quizás él nunca ha necesitado viajar más allá del siguiente pueblo. Compro todas las botellas de agua que puedo trasportar en la moto, me despido del italiano y regreso al infierno, al menos sé algo nuevo, hoy no llegaré a Atqobe que era lo que tenía previsto.
Ya no sé qué es peor si el camino o el calor, me quito la cazadora, prefiero correr el riesgo de despellejarme en una caída que morir deshidratado, para darle más ambiente empieza a soplar el viento, se forman pequeñas tormentas de arena, es como una pesadilla… Encuentro un trozo de asfalto, pero mi gozo en un pozo, son los restos de la antigua carretera, la que figura en mi mapa, la debieron hacer en tiempos dela URSS y luego nadie se ha encargado de su mantenimiento, días después me entero del porqué.
Los kazajos nunca habían tenido un sentimiento nacionalista, durante siglos fueron pueblos nómadas y lo más parecido a la idea que tenían de nación era su sentimiento tribal. En 1991 no les quedó más remedio que pasar a ser un país independiente, de repente, ellos y los países vecinos, se vieron sin el paraguas soviético. Los primeros años fueron muy duros, escaseaban los alimentos básicos, los pocos que habían estaban racionados, los sueldos eran muy bajos (15$ al mes), y la situación política tampoco estaba mucho mejor.
En Kazajistán vivían, y viven, varias etnias, pero las dos principales son los kazajos y los rusos, estos últimos llegados durante los años del socialismo, y si durante años la clase dominante había sido la rusa estaba claro que eso iba a cambiar, aunque nadie sabía si el cambio se produciría de un modo violento o no…Por suerte para todos los que habitan este gran país la transición ha sido, más o menos, gradual, lo que ha contribuido a que actualmente sea una de las economías más activas de Asia Central.
Si algún día consiguen acabar con la gran corrupción existente entre sus gobernantes, (según me contaban unos y otros), el dinero que Kazajistán obtiene gracias a sus recursos naturales, especialmente petróleo y gas, se podrá emplear para que los habitantes de la zona suroeste del país tengan unas vías de comunicación acordes al siglo XXI.
Atrás dejo Atqobe y durante 200 km. viajo por una carretera en condiciones, no me hago ilusiones, ya que me han dicho que300 km. antes de Aral se acaba el asfalto, están haciendo una carretera nueva y me tocará volver a la pista. El paisaje es plano, vuelve a hacer un calor infernal y cada poco me encuentro con tramos de arena. Es aquí, en la arena, donde se nota la poca potencia dela Derbi (lástima de 10 o 15 c.v. más) y que voy con neumáticos mixtos, la ventaja es el poco peso de la moto, lo fácil que es corregir errores…o levantarla cuando me voy al suelo. Cada 50 km. o así encuentro alguna casa, no son bares, no son restaurantes, son sólo casas particulares pero en todas venden bebida, otra cosa es que esté fría. Aquí no hay electricidad y tienen que guardar las botellas en unos agujeros hechos en el suelo de las casas. Me gusta parar en ellas, las llamo “las casas del agua”, descanso, bebo, comparto un cigarro y hablo con la gente.
¿Y EL MAR DE ARAL?
Cuando después de todo el día en la moto, cansado, con hambre, ganas de una ducha y una cama… llegas de noche a un pueblo, en el que sabes que sólo hay un hotel, vas rezando para que ese hotel sea medianamente decente y que no esté completo. Esto era lo que hacía mientras recorría las calles de Aral siguiendo a un coche que me guiaba hasta el hotel. Hace años la ciudad estaba bañada por las aguas del mar Aral, era el principal puerto y un lugar rico y próspero, al ver el hotel y la habitación comprobé que estaban en la misma situación que el resto de la ciudad, los buenos tiempos se habían ido y seguramente nunca volverán.
Me va a tocar dormir en un camastro, hacer extrañas posturas para ducharme en una ridícula bañera con un grifo a la altura de mis rodillas, por supuesto el aparato de aire acondicionado no funciona y encima no he podido conseguir la habitación por menos de 30$, la mujer de la recepción tiene “malas pulgas” y se aprovecha de la falta de competencia, “o el hotel Aral o nada, usted elige”. Por suerte enfrente hay un bar en el que sirven buenos shanslyks (pinchos morunos al estilo kazajo) y cerveza helada. Estoy cansado pero no tengo ganas de meterme en el camastro, doy una vuelta y me invitan a la celebración de una boda, a la novia no le gusta eso de que un extranjero acapare la atención de sus convidados y me ahora me “invitan” pero a marcharme.
En esta zona se ha producido lo que muchos expertos consideran la mayor catástrofe ecológica del siglo XX. En los años 60la URSSestaba empeñada en ser el mayor productor mundial de algodón, y las tierras al sur del Mar de Aral (lo que actualmente es el norte de Uzbekistán) eran la zona ideal para su cultivo. Para ello los soviéticos desviaron las aguas de los dos mayores ríos que mantenían el nivel del mar, y desde entonces éste no ha dejado de bajar de nivel y retroceder. Al día siguiente me levanto temprano, amanece mientras paseo por lo que en su día fue el puerto, y viendo lo que queda de él es fácil imaginar la actividad que tuvo esta ciudad tiempo atrás. En la actualidad todavía están las grandes grúas y algunos barcos varados en la zona antes ocupada por las aguas, ahora allí no hay más que tierra, hierba y animales pastando. Los habitantes de la ciudad, en especial los mayores, pasan el tiempo añorando los días en que vivían de la pesca, y siempre están dispuestos a charlar acerca de aquellos años de riqueza, aunque ninguno quiere hablar de la situación que hoy vive la ciudad y de su futuro incierto. Actualmente las aguas del mar de Aral han retrocedido40 km. tierra adentro, y se da por hecha su total desaparición en los próximos años.
Viajo hacía el sur, todavía no he salido del desierto kazajo, según el mapa me queda poco para llegar a la altura del cosmódromo de Baikonur, que es uno de los pocos lugares en el mundo desde el que se pueden lanzar naves tripuladas al espacio. Rusia tiene el control de este lugar hasta el año 2050, ya que llegó a un acuerdo con el gobierno kazajo para su uso compartido. Aunque se construyó en 1955 supongo que las instalaciones las habrán ido actualizando y modernizando, porque lo que es la carretera parece que no la han tocado desde 1961, año en que desde aquí partió hacia el espacio la primera nave tripulada que se lanzó en el mundo, en cuyo interior viajaba el cosmonauta Yuri Gagarin.
Es domingo por la tarde, la carretera discurre a tan sólo10 km. de la frontera uzbeka, en mi pasaporte tengo el visado de entrada, pero si a estas alturas del viaje ya voy con algunos días de retraso sobre lo previsto ¿qué será más adelante? ¿paso o no paso a Uzbekistán?. Paro, pregunto y se me despejan las dudas, hay una cola de unas 5 horas para cruzar la frontera, seguramente no podré pasarla hasta mañana. Ni lo intento, sigo hacia Almaty donde me están esperando.
PARADA EN ALMATY
Mi contacto en Almaty se llama Xenia, es una rusa-kazaja, igual que su marido, los dos son abogados y pertenecen a la clase acomodada de la ciudad. Me han reservado habitación en el céntrico Hotel Astana, con cuatro estrellas de las de verdad, una cama grande, una ducha con su grifo extensible, albornoz encima de la cama, TV de LCD, Internet wi-fi, desayuno continental y un aparcamiento vigilado donde poder dar un repaso ala Terra… todo por 90$ al día, una ganga comparado con el hotel Aral.
Xenia está estudiando español y su marido habla un inglés bastante decente, con lo que puedo enterarme de muchas cosas, me invitan a los restaurantes típicos de la ciudad, están pendientes de mi, son muy amables conmigo, llega el momento de beber vodka…y esto último “suelta las lenguas”. Me cuentan muchas cosas de la situación del país, Nazarvayev, el presidente, lleva en el poder desde la independencia, es decir siempre. Él y su gobierno hacen lo que quieren, conseguir un permiso para cualquier cosa tiene que ser a base de pagos extraoficiales, los kazajos se están tomando la revancha por lo años de dominación soviética, o lo que es lo mismo, intentan relegar a los kazajos de origen ruso fuera de las esferas económicas y del poder del país.
Les pregunto por qué si no había dinero para arreglar y construir nuevas carreteras, en todas las ciudades por las que he pasado en el sur del país hay unas grandes, enormes y lujosas mezquitas. Todo el sur es musulmán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes envían, grandes sumas de dinero para ese fin, la construcción de mezquitas. Les comento el estado en que se encuentran las carreteras por las que he viajado y qué opinan de que sus habitantes se encuentran aislados del resto del país, aunque no conocen esa zona tampoco parecen sorprenderse ni importarles, “los kazajos no solemos hacer largos viajes dentro nuestro país y cuando tenemos que hacerlo viajamos en avión, al ser un país tan grande las distancias son enormes…”.
-¿Y las relaciones con los países vecinos? pregunto
–Ah, ningún problema, todos somos amigos, rusos, kazajos, uzbekos, kirguizes…” insisto un poco más y hago referencia a las recientes matanzas de uzbekos en Kirguizistán, y bajando el tono de voz y me cuentan.
–Los uzbekos no son buena gente, pero tampoco se merecían eso, lo que ocurre es que los kirguizes son unos asesinos, no hay ni uno bueno, no se te ocurra viajar por Kirguizistán.
– Gracias por el aviso, aunque un poco tarde, ya he tenido que hacer unos cuantos km. por ese país para llegar hasta aquí, aunque no tuve que cruzar ninguna frontera, fue solamente por una carretera kazaja que cruza un pequeña franja de Kirguizistán, pero si veo un coche con matrícula de ese país estaré atento, no sea que me saquen un arma”
-Más te vale, no sería raro que te pasara …
Xenia me enseña la ciudad y los alrededores. Almaty es grande, tiene más de un millón de habitantes y es muy extensa, la típica ciudad de la era soviética. Grandes e impersonales edificios, anchas avenidas de varios km. de longitud, llenas de árboles a ambos lados que hacen que todas me parezcan iguales, y como en todas las grandes ciudades del mundo las mismas tiendas, las mismas marcas y las mismas cosas. Lo más llamativo la catedral ortodoxa de Zenkov y el monumento a los caídos en la II GuerraMundial. Mis anfitriones me han tratado estupendamente, nos intercambiamos unos regalos, nos despedimos quedando en volver a vernos en España y continúo el viaje.
Voy en dirección norte, de nuevo hacia Rusia, estoy a muy pocos km. de China. A mi derecha tengo las montañas de Tien Shan que hacen de frontera natural entre ambos países, sería bonito poder cruzarlas, pero mi destino es otro. Es mediodía y otra vez hace calor, me estoy quedando dormido encima de la moto, veo que no puedo seguir así y paro, aparto la moto de la carretera y me siento junto a un árbol, noto que se me cierran los ojos…De repente me despiertan unas voces, no sé si he estado poco o mucho tiempo dormido, abro los ojos y veo un coche de la policía parado junto a la moto, imagino que quieren saber si me ocurre algo, pero no, lo que quieren es que me levante y circule, no puedo estar allí parado. Me despejo enseguida, una orden de un policía kazajo hace que se te pase el sueño rápidamente. Unos 10 km. más adelante hay un pueblo, veo policías por todas partes, cada 50 m. hay uno junto a la carretera, paro y pregunto a un hombre que es lo que ocurre, “el presidente va a pasar hoy por aquí” me contesta, de ahí las prisas de los policías que me despertaron para que siguiera mi camino.
MAFIA, MOTOS Y HOTEL
La carretera vuelve a ser un desastre, cuando no está llena de grandes socavones está en obras, lo que significa que tengo que viajar por pistas laterales durante decenas de km. Unos1.000 km. al norte de Almaty, cerca ya de Siberia, llego a una ciudad llamada Semey. Me imagino que no será una ciudad muy bonita ya que a 150 km. se encuentra la zona que en tiempos dela URSSfue usada para efectuar pruebas nucleares. Desde 1950 hasta 1990, fecha en que se cerró el campo de pruebas, se calcula que se hicieron más de 400, es decir, bombazo que va, radiación que viene. Como es lógico toda la población de la zona sufrió, y sufre, las consecuencias y los casos de cáncer son más elevados de lo normal. Pero lo que me va a suceder en Semey nada tiene que ver con todo esto.
Viajar en moto te pone en contacto con mucha gente, te abre muchas puertas, a veces hasta las más difíciles…y peligrosas. Estoy buscando un hotel que tenga conexión a Internet, me mandan al que dicen es el mejor, Hotel Semey, es un mastodonte de edifico, si por fuera no es muy atractivo por dentro es aún peor, además no tiene Internet, vuelta a la avenida principal y a seguir buscando. Estoy parado en un semáforo y se me acerca un tipo en una BMW Hp2, es la primera moto grande que veo en todo el país. Nos miramos extrañados y, en un inglés muy básico, me pregunta si busco algo, le contesto y me dice que le siga, que él es el dueño de un hotel y que tiene wi-fi. Me mete por un callejón lateral a la avenida principal y llegamos, abre una verja, entramos, todo me parece un poco extraño, pero sí, aquello es un hotel nuevecito, me enseña la habitación, grande, moderna y bien equipada. Construir y decorar todo esto ha costado una “pasta”, lo mismo que la moto y los coches que su dueño tiene en la cochera. Pregunto el precio y su respuesta es: “tú viajas en moto, yo también tengo moto, no voy a cobrarte nada, es gratis para ti”, insisto pero no hay forma de que me diga una cantidad, aunque lo que más me extraña es que soy el único huésped del hotel… Una vez duchado y cambiado de ropa, mi anfitrión insiste en llevarme en uno de sus coches a tomar unas cervezas y presentarme a sus amigos, aquí tampoco me deja pagar ni una sola vez. Tampoco es lo que más me sorprende, si no que, tanto a la ida como al regreso, circula por la ciudad a toda velocidad mientras saluda a los policías que nos encontramos. Está claro que todo este “numerito” es para que yo vea el respeto que le tienen en Semey y lo importante que es. Al preguntarle si no tiene problemas con la policía me contesta: “ No, el jefe es mi mejor amigo”. Además de por su aspecto, y el de sus amigos, no hace falta ser un lince para darse cuenta de que es uno, o quizás el más, poderoso mafioso de la ciudad, y que este hotel es sólo una tapadera de sus negocios. Y aquí es donde yo voy a pasar la noche y encima gratis…A la mañana siguiente mi generoso anfitrión me invita a desayunar, me cuenta que durante los meses de invierno todo está cubierto por medio metro de nieve e insiste en que tengo volver en esa época para ir en motos de nieve, junto con sus amigos, a cazar lobos, por supuesto invitado por él…
LA CORDILLERA ALTAI
Otro cruce de fronteras, otra vez las colas, horas de espera y de nuevo en Rusia. Todo cambia, hay buenas carreteras, montañas, ríos…1.000 km. me separan de Mongolia, no tengo prisa por llegar a la frontera, sábados y domingos está cerrada, por lo que aprovecho para viajar tranquilamente por la cordillera de Altai que separa ambos países. Es una zona muy turística, y además es fin de semana, por lo que hay mucho tráfico y los hoteles completos, aunque tengo suerte, una pareja de siberianos también buscan hotel y me dicen que les siga. Nos internamos por el bosque y llegamos a un lago, donde hay varias cabañas de madera acondicionadas para dormir, el sitio es ideal para pasar la noche, y todavía me da tiempo a darme un baño en el lago. Como en tantos sitios, la novedad es el viajero en moto, o sea yo, eso me gusta, todos quieren hablar conmigo y yo con ellos, aunque muchas veces sea difícil entendernos, el problema viene a la hora de la cena. La pareja que me ha traído hasta aquí quieren invitarme, mis vecinos de cabaña, procedentes del lago Baikal, también, al final ceno con unos y luego bebo vodka con otros. Mis vecinos no hablan inglés pero estamos dos horas brindando con vodka y viendo fotos y más fotos del lago Baikal. Ya vale, me voy a dormir. Cuando me tumbo en la cama de la cabaña y veo dar vueltas el techo de la misma, me doy cuenta que tenía que haber tomado antes esta decisión.
Ultimo día de viaje por Rusia, subo y bajo montañas, hace frío, a veces llueve, pero la belleza del paisaje compensa los inconvenientes del clima. A medida que avanzo hacia Mongolia las montañas son cada vez más elevadas, están nevadas, sopla el viento, desaparecen los árboles y veo los primeros yaks (una especie de vaca lanuda). Me empiezo a encontrar con otros participantes del Mongol Rally, sobre todo ingleses, pero también franceses, italianos, y por supuesto españoles.
Veinte km. antes del paso fronterizo se encuentra el último pueblo de Rusia, Tashanta, ¿hotel? sólo tiene 4 habitaciones y están completas (malditos geólogos austriacos!!), dentro de poco se hará de noche, empieza a llover y no me apetece dormir en la tienda. Me mandan a una especie de casa de huéspedes, en el patio hay montada una yurta (la casa desmontable de los mongoles) ¿será ahí dónde me tocará dormir? no, en el interior de la casa hay 3 habitaciones, una está libre, tiene 4 camas y un aspecto como para salir de allí corriendo, pero a estas alturas del viaje ya estoy inmunizado para estas cosas. Sin rechistar pago los 20 euros que la mujer rusa, mongola, kazaja o lo que sea me pide por la habitación. ¿El baño? por la ventana me señala un cuchitril que hay en el patio junto a la yurta. Fuera no deja de llover, me meto en mi habitación y con las provisiones que tengo preparo un bocata para cenar, me pongo al ordenador, a los cinco minutos se va la luz, con la linterna frontal acabo de escribir y de descargar las fotos.
Oigo ruidos y voces por el pasillo, la puerta de la habitación no tiene cerradura ni pestillo, así que antes de meterme en el saco de dormir pongo las botas de la moto contra la puerta, una encima de otra. A los cinco minutos oigo caer una bota, alguien ha empujado la puerta, enciendo la linterna y veo a la dueña con dos hombres, quiere meterlos a dormir conmigo, me dice que los 20 euros son por la cama, “no cuela abuela, te pagué por la habitación completa”, tengo que empujarlos a los tres para que se vayan y me dejen dormir…
AL FIN MONGOLIA
Es lunes 16 de agosto y la frontera rusa abre a las 9 de la mañana, pero yo ya estoy allí antes de esa hora, lo mismo que han hecho unos cuantos equipos del Mongol Rally, y también un buen número de mongoles que viajan en los viejos UAZ 4×4, en total somos unos 30 vehículos, cada media hora dan paso de dos en dos. A mediodía hay 3 coches delante de mí, empieza a llover, no tengo donde refugiarme, todos los coches están llenos. Sin mucha convicción se me ocurre acercarme a la caseta del oficial, que da la orden de entrada al recinto aduanero, espero que se apiade de mi aspecto y me deje pasar. Los mongoles que están delante se dan cuenta de lo que pretendo y protestan, eso es lo mejor, con tal de fastidiarlos el oficial ruso dice a su compañero que abra la valla y que me deje pasar, al menos ahora la moto y yo estamos bajo el cobertizo de la aduana.
Por fin acabo los trámites y me dejan marchar, nada más abandonar Rusia desaparece el asfalto, por delante20 km. de pista de montaña hasta Mongolia. En esta frontera me encuentro con la gente del M.R que cruzaron antes que yo, son las 17h. y me dicen que a las 18h. cierran la frontera y que hasta mañana no hay nada que hacer. Si es así agilizarán los trámites, no nos van a dejar aquí hasta el día siguiente…Parece ser que como los coches del M.R son importados a Mongolia, la organización tiene que hacer, a través de Internet, un pago por esa importación y éste funciona cuando le parece. A las 18h. sale un militar para decirnos que cierran y que podemos acampar allí mismo, que ellos se marchan. Vivimos una situación irreal, allí nos dejan a unos 10 vehículos hasta el día siguiente, podemos fotografiar, filmar, hacernos la cena dentro del edificio…también dejan la puerta de salida abierta por si queremos acercarnos al poblado que está allí mismo y comprar algo para cenar.
Hoy no me libro, me toca volver a montar la tienda, lo hago sobre el cemento y bajo una cubierta de chapa. Estamos a más de 2.300 m. de altura y paso una mala noche, me despierto varias veces a causa del frío, cada vez me pongo alguna prenda de abrigo, cuando se me acaban me echo encima del saco la cazadora de la moto. Además la colchoneta está pinchada y se ha desinflado, el suelo está duro de verdad, oigo como cae la lluvia. Por la mañana veo que lo que caía no era agua, era nieve, las montañas y los techos de los barracones están todos blancos, lo que me faltaba. Llega mi turno y por fin a las 12, con todo en regla, puedo salir de allí, un oficial sale a comprobar los datos de la moto. La mira y pregunta, “¿marca?”, “Derbi, spanish bike” respondo, “Oh no, now is mongolian bike” me replica con una sonrisa, tiene razón, aunque siga teniendo matrícula españolala Derbi ya es legalmente una moto de este país.
Mongolia es uno de esos lugares en los que parece que nunca pasa nada, no suele salir en las noticia, solamente la conocemos por algunos documentales. Es un país grande, unas tres veces mayor que España y en el sólo viven poco más de tres millones de personas, un tercio de ellos son nómadas, con una densidad de población tan baja no es de extrañar que solamente haya700 km. de carreteras asfaltadas.
De estas tierras, que durante meses están bajo una capa de hielo y nieve, hace siglos que salió un pueblo decidido a conquistar el mundo, al frente de ese ejército estaba Gengis Khan.
Entre los siglos XII-XIII Gengis Khan formó uno de los mayores imperios que jamás haya existido. En aquella época los mongoles conquistaron toda Asia y parte de Europa, llegaron hasta Viena e incluso estuvieron acampados a tan sólo40 km. de Venecia. Los reinos de la parte occidental de Europa vieron tan difícil la situación que hasta hubo un intento de coalición entre cristianos y musulmanes para impedir el avance de las tropas mongolas, la alianza era imposible. Los mongoles eran nómadas, y para ellos no tenían sentido las viviendas fijas, por este motivo, a pesar de la extensión de su imperio, tras su paso no dejaron construcciones, monumentos o vías de comunicación, más bien al contrario, se dedicaron a destruir muchas de las ciudades que conquistaron. Los mongoles no empleaban mucho tiempo en escribir sobre sus hazañas, todas las crónicas que existen de aquellas conquistas son las escritas por los pueblos sometidos, por lo que sólo conocemos la versión de una de las dos partes. Según estas crónicas los ejércitos de Gengis Khan eran feroces, sanguinarios, despiadados…tal era su habilidad como jinetes que incluso corría la leyenda de que muchos de ellos eran mitad hombres, mitad caballos…Los mongoles nunca fueron derrotados, los descendientes de Gengis Khan le sucedieron en el poder, y tras la muerte de uno de sus nietos regresaron a su estepa para elegir un nuevo jefe. Y, sin saber exactamente porqué, jamás volvieron a los territorios que durante casi un siglo habían dominado.
Desde aquí hasta Ulan Bator tengo unos1.800 km., calculo que tardaré unos seis días ya que solamente los últimos 400 están asfaltados, intento hacer las etapas para llegar a dormir a alguno de los pocos pueblos que hay por el camino, no siempre lo conseguiré Los primeros días en Mongolia son espectaculares, sigo viajando por el Altai, las pistas son de montaña, algunas están muy destrozadas y tienen mucha “tole ondulée” (los rizados transversales). También hay que cruzar varios ríos, no tienen mucho caudal por lo que no suele haber problemas, pero a veces hay que comprobar a pie el mejor sitio para vadearlos.
MIS DIAS CON LOS NÓMADAS
Al coronar un alto veo un camión parado junto a la pista, es un viejo Kamaz de fabricación rusa, su conductor está intentando desmontar una rueda que se le ha pinchado, “este hombre tiene problemas y no sabe la suerte que ha tenido” pienso mientras reduzco y paro junto a él. Le saludo y hago un gesto de “¿necesitas ayuda?”, sin mucho convencimiento me dice que sí. La rueda es de las antiguas, con arillos, me quito la cazadora, cojo sus desmontables y me pongo al asunto, no se lo creé, seguro que está pensando qué de dónde ha salido este tío que habla un idioma desconocido, viaja en una moto llena de anuncios y maneja los desmontables con esa soltura. Una vez arreglada la rueda, le ayudo a ponerla en el camión, luego fumamos un cigarro, me cuenta que se llama Tarak, que es de un pueblo cercano y se dedica a transportar cosas en su Kamaz, aunque parece mayor que yo sólo tiene 25 años. Le digo de donde soy, Spain, quizás hasta el mes pasado ni sabía que existía un país con ese nombre, pero el futbol llega a todas los rincones del planeta, y con una gran sonrisa repite una y otra vez “¡Spain champion fubol! “
Dejo las montañas y entro en el paisaje más conocido de Mongolia, la estepa. Una vasta extensión de terreno, ningún árbol en cientos de km., manadas de camellos, caballos y yaks pastando libremente, suaves montañas cubiertas de un intenso verde en el que destacan especialmente el color blanco de las yurtas de los campamentos de nómadas…y la Derbiy yo recorriendo todo esto.
Los nómadas son de una hospitalidad extraordinaria, cuando llego a alguno de sus campamentos y pido permiso para poner la tienda, todo son atenciones hacia mí. A pesar de la dificultad del idioma, aquí no hablan ruso sólo mongol, intentamos entendernos, me invitan a sus casas, a cenar, desayunar, me ofrecen montar en sus caballos…lo paso bien con ellos. La tradición nómada de este pueblo está lejos de desaparecer, pues muchos de los mongoles que años atrás emigraron hacia Ulan Bator, al ver el poco futuro que tenían en la capital, regresaron a sus costumbres y a su modo de vida tradicional. Incluso los que se han asentado en la ciudad, durante el verano mandan a sus hijos a vivir con los familiares que continúan siendo nómadas para que no olviden esta forma de vida, y es muy común encontrar en los pueblos casas de ladrillo y junto a ellas una yurta, que es donde durante el verano la familia pasa la mayor parte del día. Delante de un extranjero un habitante de la capital nunca hablará mal de un nómada, aunque pude saber que entre ellos los consideran como inferiores, rudos e incultos, aunque precisamente sean los nómadas los que han mantenido las tradiciones y la cultura de este país.
Viven de la ganadería, gracias a sus animales consiguen el alimento, la bebida, las pieles… Debido a esta dependencia, y según la época del año, tienen que desplazarse en busca de los mejores pastos, por lo que sus viviendas son desmontables. Estas tienen un armazón circular de madera que, dependiendo de la temperatura exterior, recubren con una o más capas de fieltro y pieles. Solamente tienen la apertura de la puerta, que es de madera y siempre está orientada hacia la salida del sol, es decir al este. En su interior el suelo está cubierto de alfombras, el lado derecho de la yurta sirve como “sala de estar” y comedor, la parte izquierda y frontal es la zona destinada para dormir y en el centro o junto a la puerta suele estar la estufa, que encienden con excrementos secos de sus animales, y que les sirve tanto para cocinar como para calentar el interior. Desmontar o montar una de estas casas no les lleva más de dos horas, y es frecuente verlos viajar de un lado a otro con la yurta cargada a lomos de sus camellos.
Lógicamente su alimentación se basa en la carne, de cabra, oveja, caballo y yak, y eso era lo que comía. Por mi parte intentaba corresponder a su invitación compartiendo con ellos los productos de ibéricos envasados al vacío, aunque a estas alturas del viaje ya me iban quedando pocas reservas… Su bebida principal es la leche de yegua. Esta tiene un aspecto parecido a la sopa y un sabor agradable. Algunas veces, al acabar el tazón que me ofrecían, veía en el fondo unos puntitos negros… por si la respuesta no era muy agradable para mí, nunca había preguntado que era aquello. En una ocasión vi como una mujer echaba cabezas de cerillas en la leche, solamente la cabeza, pregunté el porqué, y por lo que pude entender era para que la leche se conservara mejor, el fósforo se encargaba de ello, eso era lo que veía en el fondo de los tazones…
NO ME HAGAS ESTO AHORA
Tan sólo tres días para llegar a Ulan Bator, ahora ya lo veo cercano, aunque hoy está siendo un día un poco complicado, viajo por el Gobi. La pista principal se divide en multitud de ellas, no hay problema, antes o después todas vuelven a unirse a la principal. En ocasiones conduzco una o dos horas sin encontrarme con nadie y es entonces cuando me vienen las dudas, ¿estaré yendo en la dirección correcta?. Hay muchos tramos de arena, no es muy profunda pero lo suficiente para quela Derbise clave en ella, además los neumáticos mixtos no son lo mejor para andar sobre este terreno. He tenido otra caída, como no quiero romperme una clavícula decido tomarme las cosas con más calma, y encima ahora tengo un pinchazo en la rueda delantera. Paro, saco las herramientas, el compresor y una cámara, la cambio, recojo todo y otra media hora más de retraso, se me va a hacer de noche antes de llegar a Bayankhongor. Tengo comida, bebida y gasolina suficiente, lo mejor será que me aparte unos centenares de mt. de la pista y monte la tienda, hoy voy a dormir en la más absoluta soledad, al menos la arena hace que, aunque ya no tenga la colchoneta, el suelo no esté tan duro.
A veces el destino es muy caprichoso, después de que la Derbime ha traído a lo largo de más de12.000 km. por todo tipo de carreteras y pistas, con temperaturas extremas, bajo el sol y la lluvia…cuando me faltan solamente50 km. para volver definitivamente al asfalto, la moto se para. Localizo la avería y veo que es un problema eléctrico, junto a la pista desmonto media moto, desenchufo y limpio todas las conexiones, compruebo una y otra vez y…arranca, pero al poco se vuelve a parar, vuelta a empezar. Estoy cansado y con ganas de terminar de una vez, voy un poco contra reloj ya que desde España me han comprado un billete de avión que debo tomar en de 48 horas, me siento junto a la moto y enciendo un cigarro, antes o después alguien pasará.
En Mongolia son muy populares las motos de fabricación china, llega una y para, el hombre quiere remolcarme con su moto, no va servir de nada. Paro a un coche, sería una casualidad que sus ocupantes hablaran inglés, no hay suerte. Les hago un dibujo con un camión, la moto, una flecha, el nombre de Ulan Bator y el signo del dólar, me entienden a la primera, ahora toca esperar a que alguien venga a recogernos.
Un par de horas después estamos, la moto y yo, subidos en un camión rumbo a Ulan Bator, acordamos el precio en 100 $. Aquí no se desaprovecha ningún viaje, así que antes tenemos que parar en Arvaikheer para recoger a más viajeros y más mercancía. En la cabina tenemos que apretujarnos el conductor, su ayudante, su hermana pequeña que regresa a la capital, un estudiante, que ha pasado las vacaciones con unos familiares y también vuelve a Ulan Bator, y yo. Son 400 km. y todo por asfalto, pero tardaremos unas 10 horas en llegar. Primero paramos en un río a mojarnos los pies, me explican que es un ritual, me vendrá bien, hace 4 días que no me ducho…luego reventamos una rueda, nos quedamos sin presión en el circuito de frenos, paramos en medio de la carretera a saludar a unos parientes que nos cruzamos, otra parada más en una yurta a comprar leche de yegua…”mi padre vive en la capital y siempre que voy le llevo leche, le gusta especialmente la de este poblado” la hermana del camionero habla algo de inglés y durante el viaje me va contando cosas.
El camión es grande y no puede entrar al centro de Ulan Bator, está prohibido, así que a la entrada de la ciudad paramos a una pequeña camioneta y la moto y yo cambiamos de transporte. A las 10 de la noche llego al parque cerrado del Mongol Rally, ya sabía que sólo estaba abierto hasta las 8 de la noche, así que aquí no queda nadie, solamente los guardias de seguridad.
No es que haya sido una llegada muy triunfal y vistosa, no hay fotos ni celebraciones, nadie esperándome…pero he llegado. En unos días la Derbi comenzará una nueva vida en este país, ¿qué si me da pena dejarla aquí? esta moto me ha hecho disfrutar, me ha llevado por lugares espectaculares, me he divertido conduciéndola, pero antes de salir de España ambos conocíamos este final.
Si un día viajas por Mongolia y ves una Terra Adventure blanca cruzando como un rayo las estepas de Mongolia, no hay duda, es ella, una gran moto que me permitió hacer este gran viaje.
PRESUPUESTO
Hacer el Mongol Rally no es barato, sobretodo teniendo en cuenta que lo normal es que el vehículo y los repuestos se queden en Mongolia, o antes si es que tiene algún problema grave. Además de los gastos normales de un viaje de 4 semanas de duración hay que añadir un billete de vuelta en avión desde Ulan Bator, que cuesta unos 900 €, y los visados necesarios para el viaje, que suman otros 400 €.
El presupuesto total que teníamos en el equipo ExploraMoto.com ascendía a 8.500 € por lo que, como el resto de equipos, había que buscar patrocinadores que se unieran a esta aventura. En la actualidad ésta no es una tarea fácil, pero por suerte se pudo reunir a un grupo de empresas y entidades con la que gracias a su ayuda se pudo completar el 80% del citado presupuesto, y desde aquí nuestro agradecimiento por su colaboración a:
Junta de Castilla y León., Faher, Levior, Discyl, Diputación de Salamanca, Ayuntamiento de Alba de Tormes, Talleres Leonú, Ifni Motos, Tudor, Neumáticos Andrés, Derbi,La Caixay Delicatessen Carlos Reyes.
LA DERBI TERRA ADVENTURE
Resultó ser la compañera ideal para, debido a las limitaciones impuestas de cilindrada, participar en el Mongol Rally. Su tamaño hace que, al final de cada jornada, las horas y horas encima de ella no pasen factura. Su asiento es muy cómodo, más que el de muchas motos de las llamadas “grandes”, la pantalla y los cubremanos protegen lo suficiente del viento o de la lluvia, y su autonomía permite hacer250 kmsin tener que repostar. El soporte que trae de serie para el equipaje aguantó todo el viaje sin el menor problema.
Su parte ciclo permite viajar con seguridad por todo tipo de vías, asfaltadas o no, los frenos responden muy bien, aunque el trasero es un poco difícil de accionar y falto de mordiente. Y su motor se mostró indestructible, aguantando horas y horas por las autopistas europeas funcionando siempre cerca de la raya roja del cuenta-revoluciones, tuvo que funcionar sin rechistar con gasolinas de bajo octanaje, en alguna ocasión de tan sólo 82 o.c. La potencia de 15 c.v es la que hay en una 125 c.c y te permite alcanzar los115 km/hde velocidad máxima. Solamente se vino abajo, su potencia, circulando a más de 2.500 mt de altura. El gasto de aceite fue mínimo, 1 Lt en todo el viaje, aunque, eso sí, los cambios de aceite y filtros los hice cada4.000 km.
Como puntos flacos, al menos en este caso, comentar la prematura rotura de un cojinete del eje trasero y la debilidad de la soldadura de la “pata de cabra” que hizo que, de parada,la Terra se fuera al suelo más de una vez, por contra el caballete central, de fabricación casera, aguantó sin problemas
La avería eléctrica del último día fue debida a las duras condiciones y al ritmo mantenido en las pistas de Mongolia, polvo, vadeos, vibraciones… solamente era una mala conexión, en otro punto del viaje no habría tenido más remedio que solucionar definitivamente el problema para poder continuar.
En definitiva, una moto con la que, con un mínimo de preparación, uno puede pensar en ella para enfrentarse a cualquier reto, incluido éste Alba de Tormes-Ulan Bator
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