El siempre misterioso desierto del Sahara mostrado en toda su autenticidad a lo largo de la mítica transahariana

 

 

 

FECHA: Abril-Mayo 1992
DURACIÓN: 25 días
Km: 7.800 km
VEHÍCULO: Nissan Patrol SD 33

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Este viaje iba a significar algunos cambios, para empezar sería nuestra «luna de miel», hacía 2 semanas que nos habíamos casado. Otro que lo haríamos en un 4×4, cruzar el Sahara dos personas en una moto no es lo más indicado, aunque seguro que más de una pareja lo habrá hecho.

¿Nervios por casarnos? Los nervios eran por la preparación del coche, el itinerario, por la situación política en Argelia, por la dureza del viaje…lo de la boda era lo de menos, en cuanto a preparativos me refiero.

Nuestra salida estaba prevista para mediados de Abril y unos meses antes, en Enero, el gobierno argelino había ilegalizado a el FIS, el partido integrista y ganador de las elecciones celebradas a finales del 91. La situación en Argelia se iba poniendo cada vez más complicada, el ejército había reprimido las, hasta entonces tímidas, primeras protestas. Pero algo teníamos claro, o lo hacíamos entonces o no sabíamos cuando podríamos volver a intentarlo. Lo sensato habría sido esperar el paso del tiempo. Afortunadamente la juventud, las ganas, la ilusión…y no dar por perdido el tiempo y el dinero empleado durante los últimos meses, pudieron más que la razón y nunca pensamos seriamente en renunciar a nuestro viaje.

Con el paso de los años, y viendo el rumbo que tomó la situación en Argelia, creo que tuvimos una gran suerte. Dos meses después de nuestra regreso empezaron las primeras matanzas, los ataques a extranjeros, los atentados…La decisión nos salió bien y eso es lo que cuenta, de todos modos aunque nunca sabes dónde puede estar el peligro, mejor «no comprar papeletas» para que te toque.

La preparación del itinerario no fue muy compleja. Es lo bueno que tiene cruzar el Sahara, hay una carretera-pista central, la Transahariana que llega hasta Níger, otra en el oeste, la que lleva hasta Reggane, y la del este, hasta Djanet. Comunicadas a su vez por otras transversales menos transitadas y en peor estado. Nuestro plan era bajar por el centro, pasar a Níger y el regreso hacerlo por la parte oeste cercana a la frontera con Marruecos.

El coche no necesitó una gran transformación, preparamos una baca reforzada para llevar las reservas de gas-oil y de agua, se cambiaron los neumáticos de serie por otros más anchos, se añadió una segunda rueda de repuesto, se eliminaron los asientos traseros, preparamos una caja con repuestos (aceite, filtros, junta culata, disco embrague, pastillas freno, tornillería, herramientas, cámaras, compresor…) un gato especial para 4×4, eslinga, planchas para la arena, pala…y cuarentamil cosas más que seguramente no iban a hacernos falta, pero que, a diferencia de cuando viajas en moto, no estorban y nunca sabes lo que puedes necesitar.

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 Tema administrativo, necesitábamos visados para Argelia, asunto que resolvimos en la embajada en Madrid,  el carné de aduanas para el coche (una especie de pasaporte), que su tramitación fue engorrosa, cara, pero imprescindible si queríamos entrar en Níger de forma legal, permisos internacionales de conducir para los dos, vacunas antitetánicas, no obligatorias pero siempre recomendables.

A todo esto había que añadir tienda de campaña, sacos, artículos de acampada, comida envasada y útiles de cocina, botiquín, equipo de orientación que consistía en…una brújula y unos mapas del IGN. Entonces el GPS era un «aparato» que comercializaba Sony, carísimo (250.000 pts), difícil de manejar y no del todo fiable.

Al llegar a Algeciras primer contratiempo, la empresa que cruza a Ceuta está en huelga, tenemos que cambiar sobre la marcha y embarcar en la compañía marroquí con el consiguiente retraso, ya que desembarcamos en Tánger, con lo que perdemos medio día, podía haber sido peor…

Viajamos en dirección oeste y al cruzarnos con un coche, crash, el cristal delantero de nuestro Patrol queda hecho mil pedazos (evidentemente no era laminado). Tras el susto inicial y limpiar los cristales, decidimos que lo mejor es bajar hasta Fez e intentar encontrar allí un parabrisas. No nos apetece dar la vuelta y volver a Ceuta, además es sábado y quizás no tocaría esperar hasta el lunes.

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El concesionario Nissan en Fez es una habitación de unos 50 mt cuadrados en el que solamente hay un Patrol nuevo y nada más, por supuesto nada de taller ni almacén de recambios. Preguntamos a los dos hombres que están ¿al cargo?. La única solución es pedir el cristal a Casablanca y esperar a última hora de la tarde que llegue en una furgoneta, nos dicen el precio (unas 7.000 pts). Les ofrecemos el doble si nos dejan quitar la luna del coche nuevo que tienen allí, y a la tarde ellos monten la que les llegue. Dicen que no pueden hacer eso, ofrecemos algo más de dinero. Nuestra oferta es muy tentadora, se miran uno al otro y mueven negativamente la cabeza. Luego nos enteramos que rechazaron nuestra oferta porqué ellos no sabían montar el cristal.

Cuando llegó la furgoneta de Casablanca ya era de noche. Ante la atenta y sorprendida mirada de la gente que a esas horas regresaban a sus casas, en plena calle Conchi y yo montamos el cristal. Nos despedimos de los 2 hombres que seguramente esa noche volverían a sus casas pensando en la buena oportunidad que habían dejado escapar…Por nuestra parte, inmediatamente nos pusimos en marcha rumbo a la frontera de Oujda.

Pasamos la noche conduciendo, alguna parada a tomar café con los camioneros marroquíes,  y antes de amanecer ya estábamos en la ciudad fronteriza. tanta prisa para nada, a pesar de ser de los primeros de la cola para cruzar a Argelia, tardamos casi cinco horas. Entre la espera, papeleos, revisión del coche, al que hubo que descargar y desmontar las moquetas del piso, preguntas por parte de la policía del tipo «¿tienen drogas»? ¿»tienen armas, explosivos? ¿alcóhol?», hasta que al final nos pusieron todos los sellos y pudimos empezar a circular por Argelia.

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Como no encontramos un hotel que mereciera tal nombre, ni un lugar seguro donde montar la tienda decidimos que dormiríamos en el coche. Paramos junto a  una gasolinera, nos hicimos algo de cena, echamos hacia atrás los asientos y…segunda noche del viaje que dormíamos en el coche.

Con el paso del tiempo he sabido que Tlemcen es una de las cunas de integristas argelinos, pero aquella soleada mañana los hombres con barba que miraban con curiosidad nuestro coche, aparcado en la plaza principal, no me parecían peligrosos. Habladores tampoco, pero casi mejor, mi francés no daba para mucho y Conchi estaba en el edificio de correos llamando por teléfono a España para dar noticias nuestras.

Estamos ya en la Transahariana, el paisaje es de desierto. Pero un desierto con un paisaje y coloración que no casi no tiene nada que ver con el conocíamos de nuestros viajes por Marruecos. Lo siento por los que han viajado por Marruecos y, como nos pasa a casi todos los que no han bajado al sur de Argelia, creen haber conocido el Sahara. Que no sean tan ingénuos…, ojo,  nosotros también lo fuimos, pero esto si es el verdadero y auténtico Sahar. De vez en cuando nos cruzamos con algunos camiones y poco más, cada vez hay más arena, menos vegetación pero la carretera está bien, no hay problemas para ir a 110-120 km/h

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Gardahia es la ciudad de las cinco ciudades, en realidad son cinco poblaciones cada una con sus peculiaridades, incluso una de ellas, la ciudad santa de Beni Isguem, hasta hace poco tiempo cerraba sus puertas por las noches para impedir la entrada de infieles (no se puede fumar, hacer fotos, entrar en pantalones cortos..)

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Gardahia es la mayor de ellas y la que da el nombre, está situada en el valle del M´zab. Dimos una vuelta por sus calles y fuimos al mercado de la plaza para conocerlo y para comprar verduras y frutas. Durante nuestro recorrido nos cruzamos con varias mujeres mozabitas, van tapadas de arriba abajo con una túnica negra y solamente tienen una abertura para ver, pero no con los dos ojos, solamente para ver por un ojo.

El camping ha tenido épocas mejores, las instalaciones están más o menos decentes pero el aspecto es desolador, solamente estamos dos alemanes con sendos Peugeor 505 que  intentan bajar y vender en Níger y nosotros. Ellos nos cuentan lo que nos temíamos, que debido a problemas con los tuaregs, la frontera entre Argelia y Níger está cerrada, la ruta por Mali es mucho más difícil y también peligrosa porque por allí también se producen asaltos. Ellos están allí esperando (no saben muy bien a qué) ya que el objetivo de su viaje es la venta de los coches y del recambio que llevan, y ante estas perspectivas no les interesa cruzar el desierto.

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El Golea, otro nombre mítico en la Transahariana es nuestra siguiente parada. Está en una depresión y antes de empezar la acusada pendiente hasta ella, hay que hacer una parada para ver desde lo alto su palmeral. Aquí el camping es aún más desolador, solamente estábamos nosotros. La gente nos contaba que antes eran muchos los europeos que pasaban por aquí camino del sur, pero que desde primeros de año el turismo había desparecido por completo. Tenían la esperanza de que la situación política pronto se arreglaría y los viajeros, en especial los franceses, volverían.

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Contactamos con un guía que nos llevó a la ermita del Padre Foucauld, que se paso media vida intentando cristianizar a los tuaregs (hasta que le mataron). En sus alrededores recogimos unas cuantas rosas del desierto (formaciones minerales que se forman en el subsuelo y que la acción del tiempo y los cambios de temperatura dan la forma de una rosa).

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Al regreso nuestro guía nos llevó a su casa, nos invitó a té y dátiles y nosotros les regalamos ropa y calzado, Estaban muy interesados en preguntar cosas de nosotros, bueno de mi, mi trabajo, mi familia…ya que Conchi les servía solamente como interprete y para que les pelara los cacahutes que nos sirvieron. Estábamos empezando a conocer la verdadera hospitalidad de la gente del desierto.

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Al partir de El Golea, la casualidad hizo que se cruzara en nuestro camino un chico que hablaba algo de español. Se llamaba (y sigue llamándose) Kaddour Lebhaky, solamente estuvimos hablando una media hora, pero aquella amistad ha continuado hasta nuestros días. Desde entonces Kaddour ha estado varias veces en nuestra casa y cada vez que hemos regresado a Argelia, él ha sido nuestro anfitrion y guía.

IMG_1154El camino hasta el oasis de In Salah, uno de los lugares más calurosos del Sahara, es desierto puro. La pista empieza a tener trozos en los que es mejor viajar fuera de ella, la arena empieza a tapar el asfalto, que cada vez está más destrozado. Podemos hacer cien km sin encontrar a otro vehículo, estamos cruzando la planicie de Tademait, 400 km de llanura absoluta. Cada día hace más calor, pero lo llevamos bien, todavía no llegamos a los 40º.

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In Salah está rodeado de altas dunas de arena y muchos de sus habitantes tienen rasgos subsaharianos. Cuando te saludas con ellos y estrechas sus manos te das cuenta de que la tuya está ardiendo y la suya está fría. La adaptación de su organismo al entorno es evidente.

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En el camping sorpresa, nos encontramos con un motero alemán que viene del sur, sus noticias no son muy buenas, en Tamanrasset le han apedreado y le han intentado asaltar. Por suerte para él y su BVMW GS, la cosa no ha pasado a mayores. Nos informa que ha oído que habían abierto la frontera con Níger. Le invitamos a café y unas galletas que, según se las toma, le deben saber a gloria.

Por la noche se desata una gran tormenta de arena, ponemos el coche protegiendo la tienda, con el frontal en dirección contraria al lado del que sopla el viento para que el radiador no se atasque de arena, A la mañana siguiente, el interior de la tienda está lleno de arena, incluidas nuestras caras y eso que todas las cremalleras y ventanillas estaban bien cerradas.

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Nos separan 660 km de Tamanrasett, hemos decidido seguir y ver que pasa. Hoy circulamos más tiempo por fuera que por dentro de la pista, para evitar las roderas de los camiones a veces vamos 50 ó 100 mt separados de ella, pero no hay peligro de perdernos (siempre que no perdamos de vista la transahariana).

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Tenemos que echar mano de las reservas de gas-oil, por cierto el precio del combustible es muy barato (entre 3 y 5 pesetas dependiendo si es al norte o al sur), los alimentos básicos que compramos (pan, algo de fruta, verdura…) también, por supuesto el precio de los campings, por lo que nuestros gastos diarios son ridículos.

Tamanrasett presentaba aspecto de que haber tenido días de esplendor pero ahora estaba medio muerto. A lo largo de su calle principal se veían muchos negocios cerrados, talleres, agencias de viaje, algún hotel…y siempre la misma cantinela «en cuanto se calme la situación los turistas volverán, in-Salah (si Dios quiere)»

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Subir hasta el Assekrem descartado, tardaríamos un día por una pista de montaña y llena de grandes piedras, pero lo peor es que en la propia policía prácticamente nos lo prohíbe. Hace unas semanas desapareció un camión suizo, los bandidos se lo llevaron entero, dejaron a sus ocupantes en calzoncillos, les dejaron agua y les indicaron por donde se volvía a Tamanrasset.

Para lo que hemos visto hasta ahora, nuestro camping está casi abarrotado. Un 4×4 y un camión franceses, otro 4×4 inglés y nosotros. Quieren que nos unamos al conboy que están preparando hasta Níger, la policía  está dispuesta a acompañarnos hasta la frontera pero luego ya será cosa nuestra. Pensamos que para Conchi y para mi es suficiente, nos separan solamente 400 km de la frontera con Níger (In Gueezzam), pero no debemos olvidar que nos queda un largo camino de vuelta a casa y mucho desierto por recorre, decidimos quedarnos unos días, descansar, revisar el coche, cambiar aceite, filtros… y hacer alguna corta excursión por la zona. Tiempo después supimos que el «conboy» llegó hasta Níger, pero en la frontera les hicieron dar media vuelta. Continuaba cerrada y no estaban dispuestos a que se produjeran nuevos asaltos en esa zona.

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Desandamos camino, dormimos otra vez en In-Salah y a la mañana siguiente empezamos la etapa más dura de todo el viaje. En la salida norte del oasis tomas una pista a la izquierda que tras algo más de 300 km te lleva hasta Reganne. Al principio es fácil, terreno duro, la pista bien marcada con sus bidones de 200 lts llenos de arena cada uno o dos km…pero pronto la cosa va cambiando…

Hay bancos de arena bastantes grandes, nos atascamos varias veces. Tenemos que bajarnos, poner el gato, cavar delante de las ruedas, meter las planchas, salir, parar y recoger todo. Para darle algo más de ambiente aventurero, una tormenta de arena hace su aparición. Es como un día de niebla espesa pero con arena, no ves nada y lo normal es que te pierdas…como así nos ocurrió.

Tuvimos la habilidad suficiente, o siendo sinceros, la suerte, de encontrar uno de los bidones que marcan la pista. Nos detuvimos cerca de el y juré que no nos moveríamos de allí hasta que, tardara loque tardara, pasara la tormenta… Algunos cigarros, unas risas, unas preguntas para pasar el rato, ¿qué estará haciendo ahora la gente en Alba?… pero después de una hora en este plan, empezábamos a ponernos «nerviosos».

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Unas luces aparecieron entre la arena. Otro Patrol que hacía las veces de taxi entre un oasis y otro, se acercaba a donde estábamos. Encendimos el motor y pusimos las luces para que nos vieran. El coche iba lleno de negros (tal y como suena), hablamos con su conductor y nos dijo que iba hasta Reganne y que podíamos seguirle…»venga vamos allá». Lo de seguirle parecía sencillo, su coche era menos potente que el nuestro, iba más cargado, el abría camino entre la tormenta, pero… su velocidad no bajaba de 90-100 y además circulábamos alejados de la pista, no volvimos a ver ninguna señal.

 Aquella situación no me parecía real. Nos encontrábamos dando botes, persiguiendo a un coche en medio de una tormenta de arena y sin saber por dónde nos llevaba. No sé si era el miedo a separarnos de el, o que todos mis sentidos estaban puestos en conducir nuestro coche a la misma velocidad que el otro y por el mismo sitio…pero durante bastantes minutos ni Conchi ni yo articulamos palabra.

Poco antes de Reganne el viento se calma, vemos el paisaje, el cielo…y volvemos al mundo real, aunque sea en un lugar perdido en pleno corazón del Sahara. Nos despedimos del taxista y sus clientes y contentos y felices por nuestra suerte, damos una vuelta por el oasis. Acabamos de vivir una de nuestras experiencias más intensas, aunque en ese momento no fuéramos plenamnete conscientes de ello. Con el paso del tiempo comprendimos que esa experiencia pasó a formar parte de las situaciones más complicadas de todos nuestros viajes

Si piensas cruzar el desierto del Tanezrouft, más vale que antes hagas una parada en Regannne. De aquí hasta Gao no hay nada, nada es nada, casi 1.400 km vacios. Solamente encontraras 2 puntos de referencia, Poste Weygand y Bidón V, y son solamente eso, dos puntos, dos ruinas de antiguos puestos militares franceses. Por algo Tanezrouft significa «la nada dentro de la nada», pero que bonito sería poder cruzarlo algún día…

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Alcanzar el oasis de Timimoun antes de que sea de noche va a ser difícil, por lo tanto antes de que oscurezca paramos a cenar (los spaguetis más ricos que he comido eran los que preparaba Cocnhi en medio del desierto) y echamos gasoil de nuestras reservas. No hay luna pero enlazamos con una carretera más o menos asfaltada y nos facilita mucho avanzar con un mínimo de seguridad en la oscuridad. Derechos al camping y mañana ya veremos si Timimoun (el oasis rojo, por el color de sus casas, estilo sudanés) es tan bonito como dicen.

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Como en la mayoría de los oasis, somos la novedad, la falta de turistas es total, esto hace que la mayoría de la gente se muestre muy amable con nosotros. En el desierto las noticias corren de un lado para otro y ya sabían que hacía 15 días habíamos pasado por El Golea…Aceptamos la invitación para cenar con una familia, las madre y las hijas entran en la habitación para poner y retirar los platos, solamente los hombres de la casa nos acompañan durante la cena. Con su manos despedazan las gallina que han cocinado e intentan darnos lo más sabroso para nosotros. Hablamos de nuestras vidas, del desierto y, como no, de la esperanza que tienen de que pronto vuelva el turismo a Timimoun. Otra esperanza que se esfumara con el paso del tiempo…

Pasamos varios días aquí, hacemos excursiones por los alrededores, el lago salado (la sebkha), las dunas (con sus preceptivs atascos en la arena), correspondemos a las invitaciones que nos llegan,  con una cena que organizamos en el camping. Por las noches vamos a la terraza del hotel Oasis Rouge a hablar con la gente y escuchar sus historias y leyendas del desierto, mientras tomamos té y vemos el paisaje a luz de la luna.

La expresión «mar de dunas» se comprende rápidamente ante este espectáculo nocturno. Pero llega la hora de marcharnos y de despedirnos de la gente de este oasis, intercambiamos regalos, direcciones y con un «nos volveremos a ver, in-Salah» seguimos nuestro viaje.

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Taghit está justo al lado del gran erg (área muy extensa de dunas) Occidental,. Subir a la gran duna  y desde allí ver amanecer es un privilegio que no podemos perdernos. La puerta de la comisaría está llena de carteles de occidentales que un día se internaron por el Sahara y nunca más se supo de ellos. Sus fotos, historias y datos para contactar con su familia hacen que nos recorra un escalofrío.

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Paramos en Bechar, donde está la última gasolinera antes de la frontera de Beni Ounif. Con lo barato que es el gasoil, no vamos a dejar pasar la oportunidad de llenar nuestros bidones antes de salir de Argelia. El encargado nos advierte, «la policía de la frontera les va a quitar el gasoil». Entonces nada, solamente llenar el depósito y listo.

El paso fronterizo es muy pequeño, no hay colas, no hay nadie, solamente la policía y tres militares, como vemos que están aburridos nos tememos que esa mañana vamos a ser su «entretenimiento». Preguntas y más preguntas, papeles, que si falta esto o lo otro, ¿los bidones están llenos? ¿Cuántas rosas del desierto llevan? ¿tienen dinero argelino?… y por esta última pregunta vinieron los problemas.

Nos había sobrado algo de moneda argelina (unas 16.000 pts) y en uno de los formularios de salida no lo habíamos declarado, resultado, oficialmente estamos detenidos por intentar sacar ilegalmente ese dinero. Para reír, ¿verdad?. Pero ante los militares apuntándonos con sus armas no son ganas de reír lo que tenemos. Nos encierran en una especie de calabozo, ellos no tienen prisa. Afortunadamente vemos clara la situación, quieren que les demos algo (el dinero), pero en estos casos hay que tener cuidado con no ofender al funcionario o militar de turno. Tras una hora de negociación los dirhams cambiaron de mano, así como algún cartón de tabaco que aún nos quedaba, cintas de casete y algo de  ropa. Con una sonrisa en nuestras caras (y maldiciéndoles por el rato que nos había hecho pasar) nos despedimos y pasamos al lado marroquí sin problemas.

Aprovechamos que estábamos cerca de la gargantas de Todra (pendientes de ver en nuestros anteriores viajes en moto) y ya nos desviamos hasta ellas, Marrakech fue nuestra siguiente parada y habíamos decidido hacerlo a todo lujo, ni más ni menos que hospedándonos en el que dicen es uno de los mejores hoteles de Africa, la Momounia. Un congreso de farmacéuticos europeos tenían copado el hotel, pero en recepción nos buscaron otro, el Imperial Borj, inaugurado hacía poco tiempo, también de lujo y muy cerca de la plaza Jema el Fna.  Al recepcionista no le gusto mucho nuestro aspecto cuando nos vio cruzar el lujoso hall, una vez duchados y cambiados de ropa bajamos a saludarle y le costó trabajo reconocernos.

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Piscina, visitas a Jema, y días después estábamos de vuelta en casa con la idea de que pronto volveríamos a Argelia, pero no perdemos la esperanza de que algún día volveremos (in-Salah, si Dios quiere).

Pd-Entonces nadie imaginaba que, durante más de 10 años, la sociedad argelina se sumiría en una enmascarada guerra cívil. Según algunas fuentes la misma dejaría más de 200.000 víctimas. Y no fue hasta el año 2007 cuando pudimos regresar para hacer un rápido viaje por este país, aunque no sería hasta el 2011 cuando pudimos volver a lo que para nosotros es el verdadero desierto.

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